El Conseyu de la Mocedá lleva la campaña antitabaco a los alumnos de El Coto, para combatir el consumo en edades tempranas
Hace pocos años las instalaciones del Instituto Calderón de la Barca eran, en cierto modo, un gran cenicero. Se encontraban colillas en todos los rincones: en el baño, en el patio... «Ahora casi no se ve ninguna», asegura Alberto Roza, director del centro. Sin embargo, esto no quiere decir que los adolescentes no empiecen a coquetear con el tabaco a edades cada vez más tempranas. «En mi clase se empezó a fumar en 3.º de la ESO, incluso algunos en 1.º y 2.º», señala Claudia Gutiérrez, de 17 años, mientras su compañero Fernando Herce, de 16, asegura que conoce a «niños de 6.º de Primaria que fuman». Ninguno de los dos fuma, pero conocen la situación de primera mano.
Consciente de este panorama, el Conseyu de la Mocedá de Xixón (CMX) se acercó ayer, aprovechando el «Día mundial sin tabaco», al Calderón de la Barca, para aportar durante el recreo información sobre los efectos de los cigarrillos y repartir una guía para dejar de fumar. «Esta campaña se empezó a realizar en centros de salud e hicimos la reflexión de que sería bueno hacerlo en los institutos, cuando se empieza a fumar. Es la mejor etapa para incidir», explica Javier Suárez Llana, presidente del CMX, que pretende hacer en el próximo curso una ronda por todos los institutos públicos. «Nos parece genial, por eso lo apoyamos y lo subvencionamos. Es algo que queremos que se mantenga», señala Pilar del Amo, directora de la Fundación Municipal de Servicios Sociales, que estuvo ayer presente en el instituto.
«Voy a intentar dejarlo. Fumo cuatro pitillos todos los días y engancha», señala Borja Vallina, alumno del Calderón de 17 años, que está dispuesto a seguir los consejos de la guía repartida por el CMX. «Yo he probado algún cigarrillo. Lo probé por tontería y lo mejor es dejarlo. Es un gasto de dinero y malo para la salud», dice convencido David Menéndez, de 1.º de Bachiller. Marcos Rodríguez, compañero de Menéndez y Vallina, también ve con buenos ojos campañas como la que ayer realizó el CMX en el patio de su instituto. «Así el que quiera dejarlo tiene ayuda y sabe cómo. Yo no fumo porque no me convence y no hace falta que me digan nada. Pero estas cosas viene bien para mis amigos», asegura Rodríguez. Él es partidario de un colegio sin malos humos.
