Vuelve el Festival a dejarse llevar por las cámaras captando la bruma de los desfavorecidos, a resucitar los postulados de posguerra que firmaron De Sica o Antonioni. Como ya hiciera en 2005 al premiar 'Vento di Terra', el jurado de esta cita que abre en Gijón mil ventanas a diversos mundos, se dejó de nuevo seducir por los exteriores rodados sin irrumpir en el acontecer habitual ni hacer tramoya de la vida, por actores que no lo son y por historias que entierran sus razones en una verdad que no tiene precisamente los ojos azules, ni pisa alfombra roja. Sin embargo, premiar la ternura de 'La pivellina' no es sólo sucumbir al hechizo del neorrealismo que exportó Italia. Esta película que ha salido del certamen con la mejor nota, lleva varias a pie de página, ya que la italiana Tizza Covi y el austríaco Rainer Frimmet, sus autores, dibujan, sí, una realidad con trazos marginales, una familia que vive en caravana y no tiene agua corriente, una pequeña abandonada con padre presuntamente maltratador, pero su cuadro, cuando se coloca frente a la cámara, se convierte en una estampa de la felicidad plena. Plena y cierta. «Emocionalmente honesta», dice el jurado. Y ésta es una de sus virtudes y una de las marcas que establecen la diferencia. Es fácil recordar que los términos de la felicidad traspasaron pocas veces la puerta del neorrealismo, determinado a reflexionar sobre la frustración, la pobreza y la desesperación y'La pivellina' supera con mucho ese corsé. Se lleva, además, el premio a la mejor intérprete femenina por la construcción que Partizia Gerardi hace de Patty, su protagonista. Sin ser actriz se come la pantalla y no permite dudar ni un segundo al espectador de que su calor o su frío, de que su amor y su vida son ciertas. El premio a la mejor dirección se queda, sin embargo, en manos de una directora que confesó haber dirigido poco. Su obra, 'Humpday', divertida y original, es la única que rompe un palmarés argumentado y firme. Más argumentado y firme que nunca. Un palmarés que se para en grandes películas como 'Welcome', reconoce la magnífica dirección artística de 'Mal día para pescar', la explosiva irreverencia de 'Le roi de l'evasion', pero deja fuera 'The good heart', que podía encajar sus bondades en cualquiera de los apartados, o 'Wakaranai', pura poesía japonesa, que retrata con mano maestra pura realidad universal.
