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noviembre 2009

Jóvenes sin rumbo

GERARDO ALONSO MATÍAS EX DIRECTOR ACADÉMICO DEL SANATORIO MARÍTIMO
INTEGRACIÓN SOCIAL Nuestro sistema educativo actual no puede ni debe desentenderse de los problemas relacionados con los inmigrantes menores. Los estudios no deben faltarles, a pesar de su difícil situación. Muchos de estos niños sufren un alto grado de absentismo y de fracaso escolar.
U N día cualquiera en una gran ciudad, Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, al pasear por sus calles, por sus plazas o por sus parques es muy fácil encontrarse con grupos de jóvenes extranjeros, a veces de color, otras con rasgos distintos a los nuestros, que pasan por nuestro lado y cuando les vemos, pensamos: estos jóvenes formarán alguna banda, que tal vez, nos pueda acorralar en una esquina cualquiera. ¿Serán peligrosos? Pronto nos damos cuenta, que son grupos de jóvenes menores, que van solos, que deambulan, sin rumbo fijo, sin ninguna compañía.
¿Como habrán llegado hasta nosotros? Pensamos, ¿quizás, en cayucos? ¿quizás en pateras? O tal vez.... ¡Quién sabe! Han llegado como han podido y proceden de lugares muy diferentes, de sitios inverosímiles.
A veces, estos jóvenes se 'esconden' bajo unas siglas, con distintas palabras, que encierran un misterio, que en la mayoría de los casos, nos alejan emocionahnente de la situación dramática, que pueden estar viviendo.
Son jóvenes, sin rumbo alguno, que llegaron hasta nosotros arriesgando sus vidas por esos mares revueltos y tenebrosos. Que cruzaron el estrecho en esas interminables noches, con frío, con lluvia, con sueño, con agotamiento.
Llegaron a nuestras costas después de exponer sus vidas, de sortear mil y una dificultades, de superar enormes barreras, que nuestra sociedad 'civilizada' les cruza en su camino. Cuando todo esto ocurre, las administraciones, en la mayoría de los casos, se pasan la pelota unas a otras, como si de un desecho se tratara y cada vez los obstáculos son mayores, lo cual dificulta su integración entre nosotros.
Estos jóvenes, cuando consiguen ser acogidos, todos deberíamos conocer en qué condiciones se encuentran.
Hace unos años la compleja situación de estos jóvenes fue analizada, muy a fondo, en distintas autonomías. Se quería conocer cómo se encontraban estos menores extranjeros que estaban acogidos en su comunidad. En dichos estudios, aparecieron reflejados los problemas existentes. Problemas muy variados y reveladores de la situación en la que se encontraban. Se detectó una ausencia de criterios comunes en cuanto a la atención y protección. Se detectó falta de coordinación entre las diferentes instituciones de acogida. Limitaciones de los recursos residenciales y, muy especialmente, falta de plazas disponibles. En cuanto a las tramitaciones burocráticas, se encontraron muchas dificultades en relación a la residencia y en relación al trabajo. Dificultades en el momento de la escolarización a sus necesidades, tanto a nivel lingüístico como a nivel de cualificación profesional. Se detectó el aumento, cada vez mayor, de menores extranjeros infractores y recluidos en centros de internamiento. Las prestaciones sanitarias bastante deficitarias. ¿Qué hacer ante estos problemas? Con las medidas de control no se consiguen los resultados deseados. Se comprobó que estos jóvenes cuando están sueltos, a su aire, los problemas saltan a la calle. ¿Qué hacer? ¿Volver a tomar las medidas del pasado reciente? ¿Volver a construir centros en lugares apartados y controlados por la policía? ¿Retirarles ese apoyo social que necesitan? Si asi actuamos, ¿qué pueden esperar estos jóvenes de esta nuestra sociedad, tan excluyente?
Existen justificaciones para todos los gustos. Quienes culpan a las 'mafias' que trafican con menores. Quienes se preguntan si el fallo no se encontrara en la actual Ley del Menor.
Son cada día más los ciudadanos y asociaciones que se movilizan para defender los derechos de estos jóvenes, llegándose a denunciar públicamente, las restricciones, que suponen las políticas de la Unión Europea y las políticas españolas en materia de integración.
Nuestro sistema educativo actual no puede ni debe desentenderse de los problemas relacionados con estos inmigrantes menores. Los estudios no deben faltarles, a pesar de su difícil situación.
La escuela, nuestra escuela asturiana, recibe diariamente en sus aulas a muchísimos menores inmigrantes, acompañados de sus familias. Son niños que llegan a nuestra región acompañando a algún familiar. Las duras condiciones laborales por las que pasan los inmigrantes adultos, dejan al niño en una situación de riesgo y en una clara desprotección de hecho. Estamos comprobando como muchos de estos niños sufren un alto índice de absentismo y de fracaso escolar. Yo me pregunto, ¿hasta dónde llega la responsabilidad de la escuela? La respuesta es difícil de contestar, dada la complejidad y la problemática de estos jóvenes, sobre todo, de los jóvenes no acompañados. Tengamos siempre presente que son niños menores, con derecho a una atención preferente y a una especial protección. Menores de edad, que necesitan una oportunidad, un compromiso de nuestra sociedad para su desarrollo y para su integración en la escuela.
La escuela, aunque ya lo esta haciendo en nuestra región, debe ser la primera en abrir sus puertas a estos niños y jóvenes menores. Debe ser la primera en defender sus derechos. Este es el gran reto, que tiene planteado la Educación Inclusiva.

 

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