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diciembre 2009

«La cultura digital es el mayor sistema de control inventado»

Javier Fuentes Feo interviene hoy en AlNorte09.
El investigador abre hoy un frente para debatir la libertad y la tiranía de los nuevos medios. Será en el Antiguo Instituto, dentro de AlNorte09 Javier Fuentes Feo Crítico de arte.
El primer invitado del seminario 'Cultura digital y convergencias mediáticas' de AlNorte 09 es el crítico de arte Javier Fuentes Feo cuya ponencia, titulada 'La cultura digital ¿una apertura libertaria o la tiranía spam?' analizará las verdades y mentiras de la cultura digital.
Doctor en Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid, se especializó en la relación entre el pensamiento de Nietzsche y el arte contemporáneo. Ha sido investigador en las Universidad de Friburgo (Alemania) y en la Neue Galerie de Graz (Austria). Entre sus numerosas publicaciones destacan 'Un contexto heredado. Friedrich Nietzsche y el arte del siglo XX', el volumen 'En torno a la soledad. Anotaciones impersonales' y el libro 'Corte en la sangre', una larga conversación con el artista austriaco Günter Brus. Ha escrito ensayos sobre artistas como Santiago Sierra, Aníbal López, Gordon Matta-Clark o el pintor Antón Lamazares, entre otros, y suele colaborar con la 'Revista de Occident'e con ensayos sobre el filósofo español Eugenio Trías o el historiador de arte Norman Bryson. Está a punto de sacar al mercado una traducción de textos inéditos de Marcel Duchamp.
-Su ponencia abrirá las jornadas AlNorte 09, abordando la cultura digital de nuestro tiempo. Hagamos, si es posible, una síntesis.
-Es indudable que la cultura digital ha vuelto a reavivar la distinción que en su día planteó Umberto Eco entre los 'apocalípticos' y los 'integrados'. La lucha entre aquellos que pensaban que los medios de masas destruían el valor de una cultura en sentido fuerte, y aquellos que opinaban que su llegada suponía una apertura democrática que acabase con los gurús de la 'alta cultura'. Algo parecido ocurre ahora con la cultura digital, aunque el tono de esos apocalípticos se ha atenuado. Hoy, plantear críticas a la cultura digital supone quedar asociado de inmediato a una postura reaccionaria. O eres un integrado absoluto y defensor acérrimo, o te consideran retrógrado. Por eso me interesa la postura de Paul Virilio y el modo en que deja claro que en un panorama semejante, ante todo, hay que mantener posiciones de resistencia.
-Parece complicado...
-No debemos olvidar que si bien la cultura digital hace posible una apertura comunicativa, también nos obliga a estar conectados por medio de unas redes que pueden ser controladas sin necesidad de contar con personas reales, recurriendo tan sólo a buscadores de conceptos 'ultraveloces'. Los que ven en la cultura digital un instrumento que puede adquirir un carácter emancipador deben saber también que es el mayor sistema de control jamás inventado.
-En este ámbito ¿cree que hay personas o instituciones empeñadas en defender posturas excesivamente dogmáticas?
-Basta con echar un vistazo al ámbito de la política, de la economía o del nefasto espectáculo televisivo que hoy se nos impone. Diría incluso que, en muchas ocasiones, donde se afirman posturas antidogmáticas se esconde un dogmatismo encubierto que yo, personalmente, puedo llegar a temer bastante más que el dogmatismo explícito. Por ejemplo, durante la posmodernidad, se proclamó una supuesta libertad generalizada que en realidad sirvió para incrementar más los sistemas de control policial y la videovigilancia. Por no hablar de una clara despolitización ciudadana de consecuencias aún incalculables. Eso puede arrastrarnos a un dogmatismo que se camufla bajo el manto de la tolerancia y del antidogmatismo.
-Pero es obvio que, si entendemos la 'convergencia cultural' como un proceso de intersecciones entre los actuales sistemas mediáticos, su aprovechamiento puede ser beneficioso.
-Quién podría negarlo. En muchísimos ámbitos supone un cambio extraordinario. Uno de los ejemplos más claros es el ámbito cinematográfico, donde los procesos de grabación digital, montaje y distribución se han visto claramente beneficiados por el desarrollo de la convergencia cultural. Por no hablar de la promoción de las pequeñas producciones a través de la red. Todo esto, asociado a ciertos modelos de información compartida como los 'copyleft' y los 'creative commons', ha supuesto una apertura extraordinaria para todos. En estos casos, es indudable el valor de su instauración.
-¿Qué opinión tiene sobre los centros de arte que en nuestro país se dedican a las llamadas 'últimas tendencias'?
-Me resulta complicado hablar de 'centros' en sentido genérico y tampoco tengo muy claro qué son las 'últimas tendencias'. Quizá pueda resultarle útil a todos aquellos que estén preocupados por la moda y la cultura del consumo compulsivo que lleva colonizando el mundo más de cinco décadas. A mí no me interesa, y menos cuando se adscribe al pensamiento crítico y el mundo del arte. 'Últimas tendencias' es una adaptación banal y posmoderna del antiguo concepto de 'vanguardia'.
-¿Qué pesa más en nuestros días, el arte o el espectáculo?
-Depende del sentido que le demos a cada término. En un sentido genérico, un sentido 'social', me temo que es el espectáculo lo que más pesa. Entre otras cosas porque no es más que la forma contemporánea del capitalismo que nos han impuesto a nivel casi planetario: formas de ver, compartir, mirar, intercambiar o erotizar la realidad. Si nos referimos, en concreto, al mundo del arte, no tiene sentido responder qué cosa pesa más, porque eso supondría aceptar la legitimidad de ciertas propuestas para ser debatidas cuando en realidad deberían pasar, simplemente, desapercibidas. Si son espectáculo, uno puede tratar de analizarlas desde un punto de vista económico, sociológico, político o mediático. Pero no desde un punto de vista artístico.
-¿Cómo aprecia la convivencia actual entre nuevas tecnologías y artes plásticas o visuales?
-Hay muchos artistas que trabajan con nuevas tecnologías y las saben poner en conexión con las artes plásticas tradicionales. Esto no quiere decir que el resultado sea necesariamente adecuado, válido o interesante. A veces lo es, y a veces no. Si hay algo que me resulta triste, por no decir vergonzoso, es ver muchos artistas plásticos que han trabajado siempre con la pintura o la escultura y, de repente, hacen uso de los medios tecnológicos para tratar de 'actualizar' su discurso creativo. No lo hacen porque verdaderamente lo necesiten, sino para no sentirse excluidos. Creo sinceramente que de ese modo de funcionar les convierte en comparsas torpes de la comba de los tiempos. El temor a no ser actual es una de las formas más duras del dogmatismo contemporáneo.

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