Europa

Lo menos que puedo decir es que esta semana fue muy activa. Caminé mucho, disfruté mucho, y también... esquié.

El viernes, después del trabajo, el tiempo era tan bonito que decidí dar un gran paseo a la orilla del mar. Normalmente, siempre pienso antes de irme a caminar: no tienes que tardar mucho, a dónde voy, ... Esa vez, no quería pensarlo, solamente quería caminar. Desde que llegué en septiembre, veía esa estructura triangular a lo lejos: el mirador de la Providencia. Sabía que un día iba a ir: y ese día llegó. Caminé durante 3h30, paseando tranquilamente y tomando todo el tiempo que quería, y al mismo tiempo, llamé a casi toda mi familia 😂 Mi padre, mi abuela, y sobre todo mi hermano, quién ahora mismo está en Nueva York para 7 meses. Me contó toda su estancia durante 1h30, y cuando colgamos, había llegado justo para la puesta del sol en el mirador. Las vistas eran preciosas, y las luces en el cielo crearon un ambiente muy especial. Pasear así a la orilla del mar en la puesta del sol es una de las cosas más sencillas que puedo hacer aquí en Gijón, pero también es una de las cosas que más me gusta.

El sábado, tuve una vez más la suerte de descubrir Asturias con Victor y Ana. Esa vez, nos llevaron a Lena y a mí "al pueblo", como se dice aquí. Ana tiene una casa de su familia, la de su bis-bisabuelo (😳), en El Cerezaliru, un pueblin perdido en las montañas. Me encantó ese día: caminamos casi 4h de pueblo en pueblo, en plena naturaleza, descubriendo el estilo de vida local, entre ciudad y montaña. Los paisajes eran increíbles, y el tiempo precioso. Después de nuestro paseo, nos sentamos en la terraza de la casina, al sol, y comimos todos juntos. Ana cocinó cosas tan ricas que no podía parar de comer. Terminamos nuestro día con una partida de parchís. Tengo algo similar en Francia, pero descubrí este juego de mesa aquí, en España. Me gusta mucho este juego: es muy gracioso verse competir y reír juntos. Desgraciadamente no gané, porque SÍ, Alemania, tuviste muchísima suerte. Me siento muy agradecida por este día con Victor y Ana: tengo muchísima suerte de conocerles, porque gracias a ellos, puedo descubrir sitios muy bonitos que no podría visitar sola. Y sobre todo, es muy bonito estar rodeada por gente tan simpática durante mi voluntariado.

El domingo, paseé por Gijón con un amigo mío, Andres, que vive en Oviedo. Le conocí el año pasado, durante mi Erasmus en Santander, como es el novio de mi amiga Dania (que me visitó en octubre). Guardamos el contacto, y le había dicho que si un día quería venir a Gijón, podríamos tomar un café juntos. Así que, así fue: quedamos en las Letronas, y le enseñé mis sitios favoritos de la ciudad. Terminamos nuestro día tomando algo en La Revoltosa: fue una tarde muy guay.

Pero pienso que lo que más me gustó de mi semana fue mi día a la nieve, el martes. Durante el finde, Victor nos había comentado que iba a San Isidro para esquiar el martes. Pero como yo tenía que empezar con Cuantayá ese día, pensaba que no podía coger un día libre. Cuando lo contamos a Nanús, no dijo que no había ningún problema, y que sí podíamos irnos. Así que a las 7:30, ya estábamos en el coche en dirección a San Isidro... Y fue un día maravilloso. Echaba mucho de menos el esquí, que no había podido practicar desde hace 3 años. Estaba muy sorprendida: pensaba necesitar unas pistas para acostumbrarme de nuevo, pero al final, en cuanto empecé a ponerme en mis esquís, es como si nunca los hubiera dejado. Me sentía muy bien, muy feliz, y muy afortunada de vivir esa experiencia. ¿Esquiar en España? Ninguno de mis amigos me creería cuando les conté eso. Ese día fue estupendo, ¡el que, de momento, más me gustó de mi voluntariado!