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Volver a volver a Sentir- Saúl Fuentevilla desde Noruega

Noruega es el país de los cielos infinitos, el verde en los bosques y las postales de retina. Una sociedad atípica, diferente, del compromiso y responsabilidad y la prudencia en la bandera. Con orgullo se defienden y compenetran, y luchan contra la injusticia. Es ese país del buen hacer y el hermetismo inicial. Costó desarrollarse allí, crear relaciones sociales. Pero, a fin de cuentas, como cada nuevo lugar. Y recorrer el país fue recorrer sus gentes, su cultura y su historia. Recorrer montañas infinitas y fiordos de anuncio. Este programa me dio la oportunidad y el país me ofreció sus mejores galas. En mí queda grabado, aquí queda la recomendación y el ofrecimiento para la ayuda en cualquier viaje y experiencia por allí.

 

Volver de algo así nunca me resultó sencillo. He aprendido y apreciado la vida con la perspectiva del viaje y el proceso que conlleva, y aún sigo sin digerir cuanto conocí. Desde fuera es una especie de Erasmus pringoso y poco atractivo, desde dentro es una suerte de existencia. Para quien tenga esa duda, que sepa cuánto existe fuera de la zona de confort que tan fácilmente creamos.

Para quien vive cómodo en las emociones, los Cuerpos Europeos de la Solidaridad son la manera de reencontrarse con el mundo, crecer y ver qué futuros posibles deparan. Tras los proyectos y la gente, queda el recuerdo y las esperanzas de volver a ver y recordar el tiempo pasado que ahora, personalmente, más valoro. Sin materializar la experiencia, es incuantificable, hace un año era una persona distinta y la cabeza y corazón distaban de lo que son ahora.

 

Volar lejos tiene una peculiaridad que apenas llegamos a comprender, menos a alcanzar: relativiza y otorga el mimo y valor a cada paso dado y a cada persona que apareció en el camino. Todo es soledad y distancia en nuevos mundos que muestran la fragilidad y fugacidad de los pasos recorridos. Y siempre es más cruel y humano llegar tarde a las promesas y al cariño, aunque no lo pretenda.

Hace ya dos meses prácticamente que vine de nuevo a mi casa, a reflexionar y esperar a un nuevo horizonte de oportunidades. Noruega me permitió avanzar, su gente me hizo aprender. Desde las nociones de agricultura, a carpintería. De asociaciones sociales a trabajar como monitor directamente con personas, responsabilidades diferentes. Siempre es bonito descubrir quiénes somos y a qué nos debemos, para que la ferocidad del mundo material y laboral no nos sorprenda tanto. Y un poco más yo y un poco menos de miedo, y una etapa para no olvidar y una mochila tan llena de pasión.

 

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