En mi caso, "new year, new me" no surgió ningún efecto, así que os traigo una historia similar pero con alguna novedad interesante: viajes, eventos y un nuevo mini-proyecto.
Mi año comenzó en Asturias, aunque apenas pude disfrutar de una semana allí. Siendo un break tan corto, os podréis imaginar que también fue intenso. Me lo pasé tan bien, que supe de inmediato que se venía la querida depresión invernal post-navidades. No es para menos, porque pasas de estar a unos asumibles 15 graditos a 5 bajo cero. De tomar un chocolate en terraza a matarte corriendo por pillar el tren porque no aguantas ni 3 minutos más a la intemperie. De estar con la familia a vivir por tu cuenta de nuevo. En fin, el mismo shock que al inicio, pero mucho más frío.
El ritmo de vida en Viena se ralentiza mucho en invierno. ¿Qué hace esta gente para superarlo? Pues irse a resorts de ski o resguardarse en cafeterías. Ambas opciones son tan caras que te harán llorar (eso hasta que se te congelen las lágrimas, #DramaDeFriolera). Por suerte, encontré algo que me mantendrá bastante ocupada y a resguardo: un grupo de voluntarios hemos decidido preparar un proyecto nacional ideados para jóvenes emprendedores. Se trata de un "Europrojekte" austriaco, en el cual organizas alguna actividad social en tu entorno y recibes financiación para llevarla a cabo. Hemos decidido preparar una serie de workshops para niños abordando las barreras del idioma, sensibilizando del tema y explicando a los más pequeños que hay más maneras de comunicarse. En una ciudad con refugiados y tantos internacionales, es importante que los niños sean abiertos de mente, cuanto antes mejor. Es una necesidad que apreciamos en nuestras guarderías, y queremos hacer algo por nuestra cuenta. Este tipo de oportunidades dentro del voluntariado lo hacen más interesante.
Foto: mi traje de austriaca, prestado por una amiga de Viena. Es una suerte tener gente local, aunque otros se las apañaron en tiendas de segunda mano.
El resto del mes me lo pasé con visitas, viajando a Budapest (sorpresa) y a Zagreb. Como de costumbre, el transporte sale tirado si estás dispuesto a dormir en un autobús y los Airbnb te salvan la vida. Como punto de partida, Viena es perfecta.
Foto: Budapest en invierno, paraíso nevado. Foto: ¡un finde sorprendentemente primaveral.
En la guardería todo ha mejorado considerablemente. El día a día es mucho más agradable ahora que hay mejor comunicación, mi horario se estabilizó (por un mes, cambiaba todas las semanas) y he empezado a asumir tareas más diversas: participación en el área pedagógica y gestionar las páginas web. Me siento muchísimo más motivada, espero que se mantenga así el ánimo.
Sigo adorando a mi pequeños macarras, aunque algunos días comienzas a desear que tuvieran un botón de stand-by (o por lo menos que se echaran todos la siesta). Próxima aventura: ¡carnaval!
Hola! Escribo esto con tanto retraso que se me hace complicado recordar que me preocupaba o que sentimientos y expectativas tenia hace un mes, !Eso quizá os dice algo de cómo es la vida aquí y en este programa!