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Excursiones - Cristian Mirto - Voluntariado en España

19.03 - 01.04

Desde el punto de vista de las actividades del voluntariado, han sido semanas corrientes y molientes. La cosa más interesante, por mi parte, fue el grupo de italiano alrededor del día del padre (19 marzo). En ese encuentro hablé de la tradición que hay, en el sur de Italia, de comer un postre preparado específicamente para esa fecha: la zeppola de San Giuseppe. Aunque ese dulce no me vuelve loco, sí que me encanta tener esta cita anual con la zeppola por respeto a la tradición. En el encuentro de inglés del 28 de marzo estuve solo, dado que Kimi se fue de vacaciones a Barcelona. Decidí no proponer un tema de conversación; en su lugar preparé unas veinte preguntas para los participantes que empezaban todas con: "Have you ever... (algo)?". El objetivo era que contaran entre ellos experiencias inusuales que hicieron durante sus vidas.

Estas semanas se han caracterizado también por el cambio de hora. Hemos pasado de la hora solar a la legal. Por una noche dormimos menos, pero en cambio tenemos días más largos. Ya ahora, que aún estamos solamente en abril, atardece más tarde que en Lecce durante junio, lo que me encanta.

Los días más bonitos fueron los domingos, ya que organizamos dos excursiones muy divertidas. El destino de la primera fue un llagar, es decir una fábrica donde se produce la sidra. Decidimos ir hasta allí andando. Fue un paseo de unas dos horas, partiendo temprano por la mañana. Madrugar para caminar dos horas, encima de domingo, puede parecer no mucho atractivo, pero tengo que decir que me gustó. Llegamos al llagar con ganas de beber para quitarnos la fatiga (un buen rato de camino fue en subida). Además de beber, nos hemos aculturado también sobre el proceso de producción de la sidra: desde la cosecha de las manzanas durante septiembre hasta todas las etapas que conducen a la fermentación del zumo de manzana. Gracias a ese proceso químico, el azúcar se convierte en alcohol y podemos disfrutar nuestros culines. Fue un día largo, agradable y bendito por el sol.

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El domingo siguiente nos demostramos aún más valientes, haciendo senderismo por la ruta de peña Mea. Aquella sí que fue una escalada desafiante. Al final fuimos recompensados por una vista muy hermosa de las montañas asturianas y también de un peculiar agujero que, por razones que desconozco, se produjo en el centro de una roca que se encuentra allí. Lo llaman el "ojo de buey".

Entre la exploración de la naturaleza y la profundización en el tema sidra, en le cual estoy siempre atento e interesado, tengo que decir que fueron dos semanas muy "asturianas". Hice el lleno para no echar de menos Gijón y Asturias la semana siguiente, la de la evaluación intermedia de nuestro voluntariado en Mollina, a 1 hora de Málaga.

En la proxima entrada os contaré sobre ello. ¡Hasta la próxima!

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