Buongiorno a tutti! Aquí estoy otra vez, en este último mes del año, donde es característico hacerse tantas preguntas en torno a cómo ha sido este año, cómo quiero que sea el año que viene, con los propósitos de año nuevo rondando la cabeza, pero sobre todo con la inmensa euforia de volver a casa por Navidad.
En el plano profesional, todo se ha ido amoldando, de manera que Xana y yo hacemos un equipo fantástico. Compañeras, niñ@s, padres y madres no podrían estar más felices de que formemos parte de este maravilloso proyecto educativo con los más pequeños de la casa. Celebramos la fiesta de Navidad, donde las canciones españolas son la guinda del pastel. Tras mandar tutoriales con las letras acompañadas de movimientos y onomatopeyas, toda la familia de Vico Rosa creamos una bella armonía en nuestro concierto navideño. Además de estar totalmente satisfechas con nuestra labor en la escuela infantil del centro histórico de Génova, estamos súper motivadas porque a partir de enero conoceremos una realidad distinta en una escuela infantil rural que forma parte de nuestra cooperativa, por lo que el año nuevo no pinta nada mal.
Por otro lado, la familia genovesa está cada vez más unida. En este último mes del año, aprovechamos al máximo para ver nuestros últimos atardeceres juntos.
Momentos de intercambio de emociones, expectativas, reflexiones sobre nuestra vida, la experiencia que estamos viviendo y la inmensa fortuna que tenemos de habernos encontrado.
Los chicos nos sorprenden con una maravillosa sorpresa de cumpleaños, pues yo fui una inocentada para mi familia y Xana me sigue cumpliendo 21 años el 29 de diciembre. Luna Park, lleno de luces, de sonrisas de inocencia y de adrenalina. Un momento que quedará siempre en nuestra memoria, pues el ingrediente estrella fue una cámara de usar y tirar donde capturamos los momentos de euforia mientras subíamos a la montaña rusa. ¡Qué viva la espontaneidad! Y por supuesto, seguimos conociendo sitios, en los que el mar siempre es nuestro mejor compañero. Por suerte, nuestra familia mediterránea tiene prioridades similares, no necesitamos tanto para ser felices, solamente un poquito de mar, de sol y de amigos.
Y llegó el momento de volver a casa, de reencontrarse con los nuestros, quienes nos esperan con los brazos abiertos y la mesa llena, llena de amor, llena de ganas, llena de tradición y por supuesto, llena de comida. Bonitos momentos, en los que desde que sales por la puerta de tu casa en Italia, sientes unos nervios en la boca del estómago que te hacen simplemente sonreír, sonreír todo el tiempo, mientras ves a cientos de personas como tú, que no ven la hora de cruzar la puerta de salida del aeropuerto y verlos a ellos, la familia, invadidos por el espíritu navideño y por el amor eterno.
Los abuelos, esas personas eternas, llenos de sabiduría, amor, respeto, paciencia y dedicación a los demás. Estas navidades me toca disfrutar de ellos, de mi hermana a la que veo una semana cada seis meses, a mi madre que está tan acostumbrada a amarnos en la distancia, a mi padre, a quien se le llena la boca de orgullo cada vez que le preguntan por sus hijas.
Sé que será difícil volver a despedirme de ellos, porque como en casa en ningún sitio, pero estoy segura que el 2019 estará lleno de aventuras que me seguirán sorprendiendo y, ¿sabéis qué es lo mejor de todo? Que ellos siempre estarán ahí y aunque vueles lejos, el nido siempre estará caliente para recibirte, para acurrucarte y para volver a tus raíces para llenarte de vida.
Buon Natale a tutti e tutte! Disfrutad, reíd y abrazad mucho.
A presto,
Clara.