Europa

¡Hola a todos! En primer lugar me presento:

Soy Clara, una chica murciana que realiza un proyecto de voluntariado europeo en Génova, Liguria desde septiembre. He de decir que yo ya había vivido en Nápoles durante un año, por lo que volver a Italia ha sido un regalo. Además, poder vivir una experiencia en el norte, me da la oportunidad de contrastar las diferencias que tanto dicen que hay entre norte y sur.

Y os podéis preguntar ¿cuál es tu primera impresión que me ha causado esta ciudad y mi escasa experiencia en ella? Sinceramente, pareciera que vivo aquí de toda la vida. Vine con la mente abierta, pero al mismo tiempo, un poco contaminada por las opiniones de los demás respecto a la ciudad: que si llueve mucho, que si la gente es más cerrada, que la ciudad no es muy bonita...Francamente, me dejo sorprender cada día, y estoy encontrando en ella rincones llenos de encanto, barrios llenos de vida, de vida mezclada con las tradiciones de diversas culturas que conviven perfectamente entre ellas simplemente compartiendo el ir y venir de una vida sencilla y cotidiana.

Una ciudad construida como si hubieran metido en una bolsa miles de objetos diversos, la hubieran agitado y cada uno de ellos hubiese aparecido en un sitio diverso. Mezclando tradición y modernidad, olor a café y a focaccia con cebolla. Una ciudad llena de callejones donde aún me sigo perdiendo, estrechos, oscuros, pero que hacen de ella el centro histórico  más grande de Europa, y sobre todo, que cada día me brinda unos atardeceres como este.

Y no sólo su gente y los atardeceres hacen de esta ciudad un sitios maravilloso, sino que, los contrastes entre la urbe y la tranquilidad propia de pueblos pesqueros, te regalan lugares como este, donde además, si añades la dulzura y suavidad propia del helado italiano, se convierte en un momento idílico.

Si me preguntáis sobre la experiencia de voluntariado, cambio y aprendizaje serían las palabras que podrían definir como me siento. Cambio de cultura, aunque parecida a la española, pero tan diversa al mismo tiempo, cambio de entorno de convivencia, cambio del modo de trabajo, cambio del modo de transportarte, cambio del modo de vivir, cambios que al final producen en ti el cambio más grande que puede ocurrir, y que cuando lo integras en ti, se convierte en un aprendizaje.

En mi caso, trabajo en un asilo/nido en un barrio popular del centro de Génova, donde los niños aprenden la cercanía de la vida de barrio, la familiaridad de saludar a todo el mundo en el vecindario, el respeto por cada uno de las personas que por sus calles caminan, y la puesta de valor en una ciudad que al fin y al cabo es suya. Convertir a los más pequeños en los protagonistas de su propio aprendizaje es la clave para que éste sea placentero. Todas y cada una de mis compañeras con una ternura especial para convivir con los más pequeños, me ayuda a confirmar que estoy haciendo lo correcto, y que este es mi camino.

En definitiva, una experiencia muy profunda con muchos matices, difíciles de explicar en pocas palabras, sólo aconsejo vivirlo.

Es cierto que esta entrada está cargada de emoción e intensidad, supongo que formará parte del  primes mes de adaptación y euforia en una experiencia como es el EVS.

Esto  es sólo un entrante de todo lo que tengo que contar, ya que acabo de volver de realizar la formación al inicio en Nápoles... y sólo eso se merece una entrada completa.

Ci vediamo presto e In bocca al lupo!

Clara.