En el mes de febrero solo he pasado dos semanas en Pula, la verdad. A principios de mes, me escapé de vuelta a España. Pude pasar el Antroxu en Gijón por primera vez en seis años (mira que tener que irme a Croacia para poder volver al carnaval asturiano...). Tras una parada rápida en Madrid y problemas con los vuelos, acabé a las 5 de la mañana en Split, lloviendo a cántaros, delante del hostal en el que nadie parecía abrirme. Todo acabó bien, pero era necesario compartir mi pequeña crisis mañanera.
El Mid-term training fue genial. Como siempre, hubo muy buen rollo entre los voluntarios pude conocer a gente y proyectos que de otra manera no hubiese sido posible. Además, la habitación que compartía con las otras voluntarias de Pula era la única con balcón y tenía unas vistas envidiables sobre la playa más famosa de Croacia.
El tiempo no acompañó demasiado, pero fue un privilegio poder ver Split sin las características multitudes del verano y la primavera. La ciudad vieja es impresionante y el paseo marítimo, Riva, es increíble.
Este mes escribo con retraso ya que hemos tenido problemas con el internet y además tuve COVID, pero eso os lo contaré en la próxima entrada. A principios de mayo fuimos a Saint Paul de Vence, una villa que esta como a media hora de donde vivimos. Es un sitio muy turístico lleno de galerías de arte, tiendas de souvenirs, bares, restaurantes y, como no pueden faltar, creperías y...
¡¡Bueeenas!! Ya estamos en junio, a menos de un mes de acabar mi voluntariado y me da mucha pena... aunque también tengo muchas ganas de volver a casa y encontrarme con los míos :)