Última parada: Oporto tras
3 horas de tren, por fin, durmiendo un poco!
Qué decir de esa ciudad excepto que no era nada de lo que me imaginé.
Sus edificios son mucho más antiguos aunque tienen carácter propio.
Hice un
free walking tour con una pareja de
Bilbao, dos argentinas y una guía muy apasionada.
Nos enseñó las iglesias con sus peciosos azulejos, los secretos de
Oporto y su historia en "porteñol" como ella dijo, una mezcla de Portugues-Español,
jaja.
Así, pude organizar un recorrido más especializado gracias a sus exquisitas
recomendaciones, al día siguiente! Me fui al Palacio do Bolsa: el palacio del
comercio con su instituto árabe dentro. Una grandiosidad. Lo llamo el "pequeño Versailles",
por todas sus ornamentaciones. Pues, justo al lado, había algo que me recomendó
también la guía: la iglesia Sao Francisco: integralmente decorada con oro. Ya
dije que esa ciudad me sorprendió.
Después de una parada comprando los últimos recuerdos
locales, crucé el gran puente D.Luís construido por Gustavo Eiffel.
Tras un
paseo hasta un parque en la cima, escribí mis postales, saqué fotos pensando
que ya se aproximaba el final de mi viaje.
Terminé visitando
Vila Nova de Gaïa, del otro lado del río Douro donde hay todas las cuevas. No
se puede visitar Oporto sin probar el Porto verdad?
Pues con una mini visita en
francés, hice las catas, por cierto. Por una vez, prefiero un vino blanco, más
seco.