El evento fue muy
interesante y un poco gracioso porque los empleados lo organizaron en plan
"programa de entrevistas": dos trabajadoras eran las "presentadoras" con "micrófonos"
(que en realidad eran pajitas) que estaban haciendo preguntas a los
voluntarios, preparándoles un café y
repitiendo que el programa estaba "en directo", por lo cual los niños tenían
que prestar atención y portarse bien.
El sábado fue el gran día del
viaje: mi pareja y yo fuimos a León. Nos levantamos a las 6 de la mañana y nos
encontramos con Sarah, mi compañera de voluntariado, para ir a la estación de
trenes porque ella también tenía que coger el mismo tren, aunque se bajó en
Burgos. Sin embargo, al llegar a la estación de Gijón supimos que se había
suicidado un hombre - saltó del puente justo a las vías del tren... Esta noticia
me puso muy triste y no paré de pensar en ello durante el viaje pero al llegar
a León me olvidé de lo malo y me centré en aprovechar el viaje y el tiempo - ¡hacían
26 grados! León me pareció una ciudad bonita, especialmente su arquitectura.
Visitamos la catedral, el barrio del Húmedo, la plaza mayor y del Grano, el
museo del arte contemporáneo, caminamos por las calles estrechas, tomamos un
helado italiano y claro, nos cansamos muchísimo, sobre todo yo porque llevaba
zapatos que ahora ya sé que no están hechos para caminar todo el día. Llegamos
a casa sobre las 12 de la noche, cansadísimos pero muy contentos con el viaje.
El domingo fue el día del padre,
así que la familia de mi novio me había invitado a comer con ellos en Candás.
Comimos en una pizzería italiana, luego tomamos un café con tiramisú, charlamos
un rato y en unas horas ya estaba en casa, preparándome para la semana
siguiente y pensando que me queda muy poco tiempo aquí y que no quiero irme...
Pero quién sabe, si todo va bien, ¡igual regreso en verano!
Un besito,
Agne
El martes ha sido muy diferente de lo que habíamos esperado.