Después de las largas vacaciones de navidad, tocó volver a la "rutina". A
diferencia de los meses anteriores, enero fue un mes más relajado en la
oficina. No así en cuanto al tiempo. El famoso viento bora nos hizo una
visita durante un par de días y nos obligó a quedarnos en casa todo el
día. Pero eso no nos impidió seguir viajando.
Aprovechando que el día 6 de enero era festivo,
mis compañeros de piso (Xavi y Robert) y yo decidimos ir a Belgrado para
conocer de primera mano cómo se celebra la Navidad Ortodoxa. Xavi,
además, quería llevar alguna ropa a los refugiados que se amontonaban en
las calles de Belgrado ya que el invierno estaba siendo especialmente
duro en la región.
Antes de llegar a Belgrado, hicimos noche en Vukovar, un pequeño pueblo
cerca de la frontera que podría pasar desapercibido de no ser por la
tragedia que vivieron sus vecinos durante la guerra de Independencia,
allá por los años 90. Juliana, otra voluntaria, nos acogió en su casa y
nos enseñó el pueblo a la mañana siguiente. Fue sobrecogedor ver los
restos que las balas, o la metralla quizás, dejaron en las fachadas de
muchas casas y edificios.
Tras el paseo rápido por las calles de Vukovar, pusimos rumbo a Belgrado. Una vez allí y tras pasar algunos apuros para encontrar un hostal, salimos a la calle a conocer la ciudad pero ¡qué frío! Estábamos casi a -15 ºC. No podíamos pasar más de horas en la calle sin refugiarnos en algún bar para tomar algo caliente. Esa misma noche, nos acercamos al templo de San Sava, uno de los más famosos de la ciudad, para ver la quema de los "badnjaks", ramas de roble. Fui muy interesante contemplar toda la liturgia en torno a esta festividad y entrar, para mí por primera vez, en una iglesia ortodoxa. A pesar del frío y la nieve, la visita mereció la pena.
Entre viaje y viaje, hicimos un hueco para irnos todos a cenar por mi cumpleaños. Aunque no era el primero que celebraba estando lejos de casa, si que fue un momento especial ya que me sentía rodeada de amigos (aunque solo nos conociéramos desde hacía dos meses y medio).
La nieve también nos acompañó a Robert y a mí el fin de semana siguiente en Ljubljana (Eslovenia), sin embargo, el viento fue más benevolente. Esta ciudad, mucho más pequeña pero también más "europeizada" que Belgrado, fue una grata sorpresa por lo acogedora que es y por el encanto que desprende.
Sabíamos que nuestro voluntariado llegaba a su fin pero no queríamos irnos de Croacia sin visitar una de sus joyas naturales, el Parque Nacional de los Lagos de Plitvice. Ese fue nuestro plan para el tercer fin de semana del mes. Es imposible describir la belleza de este paisaje. Mejor que lo veáis por vosotros mismos.
La última semana del mes estuvo cargada de trabajo. Había que acabar los proyectos empezados y el tiempo se nos echaba encima. Equipados cuales montañeros, nos fuimos al bosque a rodar un spot promocional para el proyecto Zelena čistka (limpieza verde). Nos lo pasamos genial y creo que eso se aprecia en el resultado.
https://www.youtube.com/watch?v=Rf6tulpJRDc
Sabiendo que viví una de las mejores experiencias de mi vida, empecé el camino de vuelta a España, no sin antes hacer varias paradas por el norte de Italia. Quién me iba a decir a mí hace tres meses que reuniría el valor suficiente para viajar sola. Supongo que esas cosas solo pasan después de haber viajado y, sobre todo, haber conocido a tanta gente inspiradora durante mi voluntariado. Hvala.
Esta es mi última entrada en el blog. Los nueve meses han pasado muy rápido y aunque ya estoy deseando volver a casa, estoy un poco triste de que ya se haya acabado.
He aprendido mucho en estos nueve meses y he adquirido mucha experiencia. Estoy muy contenta de haber decidido hacer este voluntariado...
¡Hola de Ola!
Los últimos días en España, festival de yoga, ecstatic dance y más...
Me cogí mucho tiempo libre la semana pasada, así que no pude escribir en el blog, pero pude pasar mucho tiempo con mi hermana...