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¡Junio de vacaciones! - Guadalupe G. Figueroa- SVE en Finlandia

Hola lectores y lectoras (aviso, esta entrada va a ser muy larga).

No, no me he pasado un mes entero de vacaciones, aunque casi casi jaja. Junté las vacaciones no disfrutadas (tenemos derecho a 2 días por mes) con los fines de semana, un festivo y alguno más de horas extras que había echado. El resultado fueron 17 días de desconexión increíbles, que falta me hacían.

¿Que qué hice? Me fui a España 12 días a la boda de mi hermana. Llegué del aeropuerto directa a la despedida a León, después a ayudar con los preparativos, bodorrio, ver amigos y familiares, ir a votar (¡importante!) y cuando me quise dar cuenta ya estaba embarcando en el avión de vuelta. No os voy a engañar, al igual que en Navidades me costó mucho volver. Vamos, que me vine de mala gana. Sabía que es algo pasajero y que este país no es fácil, pero ya hay cosas de aquí que me gustan y que voy a echar de menos cuando se me acabe el proyecto. También me mentalicé de que ya estoy en la recta final, sin embargo el rebote no me lo quitaba nadie jaja. ¿Por qué os cuento esto? Por si estáis pensando en hacer voluntariado europeo que sepáis que los altibajos emocionales son normales. Aunque seas viajero/a, la realidad se está muy bien en la zona de confort y siempre va a haber algo que eches de menos.

Bueno, como todo este drama ya me lo veía venir antes de marchar me preparé un tour turístico a mi vuelta; Helsinki-Estocolmo-Turku-Helsinki. ¡Todo en 5 días! Había que aprovechar que desde Helsinki hay buenas y baratas conexiones. Os recuerdo que yo vivo a 500 km al norte y para salir del "repueblo" (Olaya, hay que pedir que incluyan el término en la RAE) hace falta tiempo y dinero. En fin, que me lío. Nada más llegar de Madrid al aeropuerto de Helsinki me encontré con un amigo finés y tiramos juntos para Estocolmo (chollazo ¡29 €!).

La primera sorpresa fue que Suecia no es zona euro. Llamadme empanada pero no lo sabía. La moneda allí son las coronas. Si tenéis pensado ir no os molestéis en cambiar mucho dinero, os cobran un 10 % de comisión y al igual que en Finlandia puedes pagar casi todo con VISA, hasta los 2 € del café. Además yo tuve la suerte de que en mi segundo día allí dejaron de estar en circulación varios billetes y monedas, curiosamente algunos de los que me habían dado de cambio el día anterior. Menos mal que era poco dinero y coleccionar este tipo de cosas me gusta.

La ciudad es sencillamente preciosa. Amplias calles peatonales o pequeños callejones misteriosos, islas unidas por puentes, zonas verdes y mar rodeándolo todo, encontrarte pasando entre la gente que llegaba a una fiesta marítima de lujo  y una hora después cenar en la calle viendo como unos artistas terminaba sus grafitis en el Stockholm Street Fest.  En la mayoría de los locales alguna señal de ser "gay friendly" y, por supuesto, opción de comida vegana en todos los restaurantes. Por cierto, como me dijo mi amigo, Suecia es el país de las bicicletas. Cada vez que se abre el semáforo docenas de bicicletas y algunos pocos vehículos cruzan la carretera.

En el museo nacional de Arte vi una exposición muy interesante sobre los roles de género (y transgresión de los mismos) y el componente racial en  la vida y obra de varios artistas. Es maravilloso empezar un viaje con la idea de "a ver que encuentro" y descubrir joyas como esas. Lo digo en serio, el museo lo encontré esperando un paso de cebra jaja.

Después de dos intensos días en Estocolmo tocó coger el ferry de vuelta a Finlandia. Una experiencia por sí misma, encontrando de qué puerto salía (esto de viajar no es tan fácil), viendo anochecer desde cubierta y durmiendo en camarote.

Llegamos a las 7:30 de la mañana a Turku con 4 horas escasas antes de coger el tren. En los 3,5 km desde el ferry al centro descubrimos el castillo, un barco de vela del museo marítimo, un mercado medieval a la orilla del río Aura, la plaza del mercado con la iglesia ortodoxa, la casa de Lenin allí y mil pequeños bonitos rincones ¿Quién dice que en 4 h no se puede ver nada?

 

Última parada, Helsinki (again!) Sí, ya he estado muchas veces allí pero ese día era la fiesta final del orgullo y yo tenía especial intención en verlo. El desfile por la calle con carrozas, después de haber estado en el de París y Madrid varias veces, pues no llama la atención. Sin embargo, el ambiente del picnic con el concierto de fondo y familias diversas me resultó muy agradable. Me quedo con el recuerdo de un padre con rasgos árabes levantando a su hija pequeña en el concierto y sosteniendo una bandera de arcoíris y con las chicas que regalaban abrazos, a las que por supuesto me acerqué.

 

Esto es todo por ahora, que no es poco.

¡Nos leemos!

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