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DIARIO DE UNA ASTURIANA EN FINLANDIA - Olaya Bayon- SVE en Finlandia

10. ¡14 días son, 14 nada más para dar la vuelta al Báltico!

Heippa! Sé que hace ya algún tiempo que no me dejo caer por aquí, pero entre unas cosas y otras me ha resultado algo imposible. Alguna veces parar, tomarse un respiro, y desaparecer una temporada es justo lo que uno necesita para volver con muchísima más fuerza.

A veces el mundo va tan rápido que sientes que no puedes con él, que se te escapa de las manos... y entonces solo piensas una cosa... "Que se pare esto, que me bajo". Pero después de unos días OFF, de descansar, de echar el ancla y de dejar que el sentido común vuelva a ocupar de nuevo su lugar, todo se vuelve a ver con la misma ilusión y ganas que lo veías al principio.

¿Pero qué mística nos viene la Frozen no? La verdad es que sí y no os falta razón. Supongo que a veces las nuevas vivencias y circunstancias que aparecen en nuestro camino hacen que veas las cosas desde otro punto de vista.

Pero vamos a dejar la vena intensa a un lado y vayamos a lo realmente importante, ¡La aventura del Báltico!

¿14 días son, 14 nada más para dar la vuelta al Báltico? Vale, me habéis pillado igual le he hecho un poco de copyright a Willy Fog y la "Vuelta al mundo en 80 días". Pero no se me ocurría una forma mejor de introducir mis vacaciones.

2 semanas, 5 países, una mochila muy  grande a la espalda, (sí, era muy grande), aviones, trenes, barcos, autobuses y hasta bicicletas. Y lo más importante de todo un súper equipo de cinco girls dispuestas a vivir una aventura que sin ninguna duda iba a resultar impresionante.

Como no todas vivimos en el mismo país decidimos poner Helsinki como punto de encuentro. La mayoría no conocían la capital del Reino del Hielo, así que aprovechamos para perdernos por sus calles, patinar, (o al menos intentarlo) en la pista de hielo colocada en el centro de la ciudad y visitar la Isla de Suomenlinna, situada a 20 minutos en Ferry de Helsinki y catalogada como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Sin ninguna duda hacer un stop y recorrer las murallas, visitar las fortalezas y perderse por los búnkeres construidos durante la guerra Ruso-Sueca era imprescindible. Un lugar que hoy por hoy atrae a millones de turistas para disfrutar de su paisaje y de sus impresionantes vistas.

  

¿Siguiente parada? ¡Tallín! Un Ferry desde Helsinki y dos horas más tarde estábamos disfrutando de la capital de Estonia. Aunque yo ya la conocía siempre es un placer volver a reencontrarte con ella. Volver a sentirte en la época medieval después de una ciudad tan intercultural como Helsinki es un auténtico lujo. Un paisaje que no guarda ningún parecido a lo anterior, una ciudad histórica y sobre todo única, completamente diferente a cada una de las ciudades que estaban en nuestra lista.

Es verdad que no tuvimos mucho tiempo para explorarla a fondo, pero el siguiente Ferry con destino a Rusia nos esperaba. ¡No veíamos el momento de poner rumbo a St. Petersburgo!

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14 horas después y una noche bastante larga conseguimos llegar a Rusia. ¡Rusia! Aún me sigue pareciendo increíble que estuviese en este país. Si echo la vista atrás y os soy sincera, nunca me hubiese imaginado que pisaría suelo Ruso. Pero... la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, así que era el momento de aprovecharlo al máximo.

¿Qué cómo es esta ciudad?, ¿sinceramente?... No tengo palabras para describirla. Todo es arte mires donde mires. Palacios, de invierno y de verano, mansiones, óperas, catedrales... Un lugar para perderse un mes y aún así necesitaríamos más tiempo para visitarlo todo.

Y un dato muy interesante, ¡nunca pidáis ensalada Rusa!. ¿Qué por qué? ¡Porque es la misma que hacemos en España! Cuál fue nuestra sorpresa cuando después de un exhaustivo interrogatorio al camarero para conseguir el plato más typical russian que pudiésemos encontrar, resultara ser una simple ensaladilla rusa como la que hacemos en casa. Bueno, si me apuras hasta la nuestra está más buena. ¡Al menos la tuya está 1000 veces mejor mamá! ;)

Como podréis ver algunas veces nuestra obsesión por la inmersión total en el país nos jugó situaciones un tanto cómicas, pero las caras que se nos quedaron a las tres españolas cuando nos pusieron el plato de ensaladilla delante no tuvo precio.

 

El tiempo en Rusia nos dio una tregua, aunque el sol brilló durante los tres días que estuvimos allí, el frío se seguía notando en el ambiente. El mar estaba aún congelado pero gracias a esto tuve la oportunidad de poner pie sobre las aguas del Báltico. ¡Sí, sí, sí, the Baltic Sea is under, under, under my feet!

¿Peligroso? ¡Pues supongo que sí! Pero la sensación de caminar sobre el hielo y pensar que estaba sobre el mar de Rusia,  superó notablemente al miedo del "crash, crash" del hielo rompiéndose con cada paso que daba.

14 horas de vuelta en Ferry y un vuelo desde Helsinki nos dejaba en nuestro siguiente destino, Estocolmo.

Para mí, situada en el puesto número 1 del ranking. Con un estilo mucho más europeo Suecia nos daba la bienvenida. Tiendas de "H&M" everywhere, (se nota que es una marca sueca), el museo de los premios Nobel,  "Vasa museum" , famoso por tener un barco que estuvo hundido bajo el mar durante más de 300 años y el cual debéis visitar si tenéis la posibilidad de poner un pie en Estocolmo.

El casco antiguo de la ciudad, el palacio Real, el museo de arte moderno y ¡atención!, el "Ice bar Stockholm", uno de los bares de Hielo más importante de Europa. Tomarte un cóctel en un vaso de hielo a 5 grados bajo cero con un traje un tanto especial que te colocan a la entrada es un must. No hay opción posible de perdérselo

 

¡Ánimo queridos lectores, que ya queda poco y ya estoy terminando! Con esto llegamos a la quinta y última parada, Copenhague.

Libertad es lo que sentía mientras recorría cada una de sus calles y barrios en bici. Ver la puesta de sol sentada al borde de los canales de Nyhavn, los palacios y sus majestuosos jardines, mercados repletos de tulipanes de todos los colores y un "algo" que hace que esta ciudad sea especial y transmita un buenísimo feeling.

 

 

Pero si algo tengo que destacar de este viaje es con quién lo he hecho. Contar con la presencia de mi mejor amiga en el equipo fue la guinda del pastel.

Horas y horas de planes, llamadas de Skype que parecían no terminarse nunca, reservas de vuelos, trenes, hostales... En fin... ¡Un sin fin de cosas que parecían no ser posibles de planear! Pero que sin lugar a dudas han merecido muchísimo la pena.

Porque al final no es el lugar al que vas el que hace que una aventura sea especial, es con quién vas el que lo hace inolvidable.

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