La semana pasada he tenido la formación intermedia, en esta ocasión ha sido en el Norte de Polonia, Torún, una ciudad muy bonita, pero muy lejos de mi ciudad, 11 horas en autobús, masakra, como dirían en polaco. Aquí en Polonia los autobuses son muy baratos, puedes llegar a comprar billetes por 2 euros y medio, si compras con antelación, pero las distancias son enormes y aún están trabajando en la red de carreteras. Es curioso que en España cuando tengo que viajar tres horas ya me parece mucho y sin embargo aquí me parece lo más normal del mundo.  

Centrándome en la formación, esta vez, a diferencia de la formación a la llegada, las actividades me han parecido más entretenidas y más dinámicas, el grupo de voluntarios también era más heterogéneo, había gente de Macedonia, Bielorrusia, Rusia, Portugal, Ucrania, España, Colombia, Ecuador y Turquía. Las actividades han estado dirigidas a reflexionar sobre nuestro voluntariado, sobre todo lo que hemos hecho, lo que hemos aprendido y como esta experiencia nos ha cambiado, pero no solo hemos reflexionado sobre lo que hemos vivido, también sobre los meses que nos quedan, que queremos hacer en nuestro proyecto, también sobre nuestro futuro después del SVE: ¿Volver a nuestro país de origen? , ¿Intentar encontrar un trabajo en Polonia o en el extranjero?, ¿estudiar, otro tipo de voluntariado?, son tantas las opciones, pero después de esta semana he podido comprobar que no soy la única con la cabeza hecha un lío sobre mi futuro. Resumiendo ha sido una semana genial :) he conocido otros voluntarios, hemos intercambiado experiencias, he aprendido un montón sobre otros países (por ejemplo que un instrumento típico de Macedonia tiene un sonido bastante similar a nuestra gaita), y, por supuesto, también ha habido fiesta, risas y diversión.

El tiempo va pasando y ya llevo medio año en Polonia, es una sensación extraña, cuando miro hacia atrás y veo todas las cosas que he hecho, los lugares que he visitado o la gente que he conocido, tengo la impresión de que llevo aquí mucho más de seis meses, pero al mismo tiempo siento que el tiempo vuela, los meses pasan como suspiros y me da la sensación que en breves tendré que volver a hacer las maletas. Está siendo una experiencia más que positiva, aunque evidentemente no todo es perfecto, porque la vida no es perfecta, ahí reside parte del encanto también y creo que es una parte muy importante del SVE, descubrir cosas de ti que no sabías, hacer frente a las adversidades, ponerte a prueba y hacer o aprender cosas que nunca te hubieras imaginado, puede sonar un poco melodramático, jaja, pero de verdad que es una experiencia que te cambia, así que si estás leyendo esto y estás dudando sobre hacer un voluntariado o no, mi consejo es: ¡hazlo!

Sandra