Hablo de volver a descubrir mi tierra porque desde que llegué no paro
de asombrarme. Dicen que seis meses en el extranjero "no es mucho
tiempo", que "las cosas no cambian tan rápidamente", que "todo está
igual". Pues déjame decirte que no es así ya que se ven cambios
realmente preocupantes. Por ejemplo, en mi barrio hay muchas tiendas
cerradas, en otras hay un letrero de "se alquila/se traspasa" y en los
negocios que sobreviven te asomas a la puerta y ves a una dependienta
aburrida en un local vacío. ¡Pero si hasta los chinos de enfrente
cerraron!. No me lo puedo creer.

Hago recuento y contacto a mis amigos por el Whatsapp. Me apetece
quedar para contarles mi experiencia en Lituania, y de paso ponernos
al día. Pablo se fue a trabajar a La Coruña. María perdió su trabajo
en los cines Yelmo. A mi vecina la despidieron tras cuatro años de
administrativa en Madrid; ahora está de nuevo aquí y se apuntó a un
"módulo de FP" porque no encuentra nada. Los demás, afortunadamente,
siguen estables "de momento" aunque las ventas bajaron mucho y el jefe
se plantea cerrar una de las tres tiendas. Me asombra que todos tienen
un móvil de última generación. No lo entiendo.

Tampoco sé qué responderles porque en Lituania no hay crisis. Es un
país que está creciendo y se nota esa fiebre consumista. Mismamente,
un par de semanas antes de marchar de vacaciones, inauguraron un
centro comercial al lado de mi casa. Los salarios suben, los precios
también. Me acuerdo que cuando llegué a Kaunas allá por Marzo, el
precio de un menú eran 7,50 litas. Hoy es de 9,50 litas.

Sólo sé que las vacaciones me están sirviendo para darme cuenta de
que, pese a que no lo quiera, mi futuro está en algún lugar lejos de
España. Pensé que iba a cometer el error de comparar, pero no.