Recuerdo el año pasado cuando mi amiga Laura comenzaba su
voluntariado en un centro de personas con discapacidad en Chipre. Gracias a sus
experiencias y las fotografías que me iba mostrando pude comprender las
oportunidades que el Voluntariado Europeo te puede llegar a ofrecer: oportunidad
de conocer otras gentes , lugares y tradiciones; oportunidad de poner en
práctica todas tus habilidades y aptitudes personales; socializar y aprender,
porque día a día siempre descubres algo nuevo.
¿Sabéis qué?. Me convenció. Yo también quiero recibir
todas esas oportunidades y también ayudar a los que me rodean. Estoy dispuesto a
salir de esa dañina rutina de joven desempleado, y tengo ganas de dar otro paso
en mi vida. Porque si tu quieres, puedes; y hay asociaciones y personas
dispuestas a ayudarte.
Lo primero es centrarse. Piensa que vas a estar de nueve
meses a un año en otro país. Y hay que tener una idea clara de lo que te
gustaría hacer. En mi caso, soy una persona a la que le encanta la naturaleza y
la temática medioambiental me atrae muchísimo. Así que busca en la base de datos
del Voluntariado Europeo algún proyecto que te guste e intenta evitar prejuicios
sobre ciertos países.
La segunda tarea sería contactar a los responsables de aquellos proyectos que te gustan. Generalmente se escribe en inglés, pero si tienes dificultades desde el Conseyu de la Mocedá de Xixón te asesorarán muy gustosamente.
Una vez recibido el visto bueno comienza tu Voluntariado,
o bueno, mi voluntariado. Aquí es muy importante tener paciencia, pues se tienen
que realizar multitud de trámites e intercambio de papeles.
Fue muy agradable recibir una llamada desde Lituania para
confirmar que me habían seleccionado para colaborar con el Jardín Botánico de
Kaunas... Y el 3 de marzo comenzó mi aventura.
Los días previos a mi marcha fueron tranquilos. Nada más
allá de las típicas visitas de familiares y amigos que te desean buena suerte; y
ese inolvidable momento de meter toda tu vida en una sola maleta.
En el aeropuerto todo correcto. Para mi gusto hubo
demasiadas esperas entre vuelos, pero es que Lituania no tiene buenas conexiones
con España.
Si te pones el cinturón cuando viajas en coche, ¿por qué
no te lo pones cuándo viajas en avión?. Si la tripulación te dice de poner el
cinturón porque pronto se aterrizará, hazles caso. ¡No veas lo divertido que es
aterrizar con la pista helada y nevando!. ¡Pero qué frío hace aquí!. Jamás en mi
vida había sentido tanto frío al respirar. Ahora mismo el termómetro marca -3ºC
pero no me lo creo. Dicen que la semana que viene bajarán las temperaturas... a
-17ºC.
Tomas y Gediminas, de la Asociación Juvenil de Voluntarios "Deineta", me recogieron amablemente en el aeropuerto y me llevaron a mi apartamento, en la ciudad de Kaunas. Deineta se encarga de coordinar multitud de proyectos en Lituania, desde acciones medioambientales y trabajos sociales a apoyo y gestión de bibliotecas públicas. Digamos que ellos facilitan el primer contacto e inician la vida de los nuevos voluntarios.
Lituania es un país realmente difícil. Piensa que el promedio de la población no gana mucho dinero. Aquí los edificios, infraestructuras, y las cosas en general son viejas. A veces me da la sensación de que estoy viviendo otra vez los años 80, pero mezclados con momentos de actualidad; y es que Lituania tiene una de las redes móviles más rápidas y baratas de toda Europa. Por algo más de 3 euros mensuales tengo tarifa ilimitada para el móvil, con Internet.
Poco a poco voy encontrando mi rutina. A diez minutos andando desde el Jardín Botánico hay un bar en el que me siento a gusto, además, la comida en Lituania es muy barata. Por 2,50 a 3 euros se come perfectamente. ¡Y menudas cervezas a menos de 1 euro!.
Espero que pronto llegue el buen tiempo para comenzar mis actividades en el Jardín Botánico. Con la nieve, poco puedo hacer.