Mes dos, año primero, reinado de Álvarez-Cascos

Jordi

No ha hecho falta mucho tiempo para cargarse de un plumazo el Instituto Asturiano de la Juventud

JORDÁN SUÁREZ GAREA No hizo falta mucho tiempo. No hizo falta ni poner a funcionar al nuevo Gobierno del nuevo reino para poder darnos cuenta de lo que nos espera.

Ni dos meses fueron necesarios para cargarse el Instituto Asturiano de la Juventud. Una sospecha a voces por los corrillos políticos de la junta, o en las sedes de las organizaciones juveniles de las izquierdas gobernantes hasta el nuevo período. Nadie era ajeno a que el Gobierno de las derechas (FAC-PP) se cargaría de un plumazo la política de juventud, que, por cierto, siempre enfrentaron.

La política de la participación e implicación de la juventud en los asuntos y cuestiones de las que les afectan no está presente en las intenciones del nuevo reino y sus servidumbres. Nunca la derecha fue, ni será, ejemplo de participación, ni de un ejercicio democrático del poder. Son una vez más la mordaza de los jóvenes, el yugo sobre sus hombros para someternos al desgobierno, y a las servidumbres del capital.

Siempre, a lo largo de muchos años, la juventud asturiana ha luchado por tener un verdadero peso en la Administración, no sólo en las políticas que plantea, sino en la propia estructura del Gobierno. Ésa era garantía de que todos los servicios y programas que realizase fuesen verdaderamente relevantes dentro del entramado político de una administración autonómica. Era el Instituto garantía plena de la transversalidad de la política de juventud, y su director, el representante de esa juventud dentro del marco gubernamental. En otras palabras, el Instituto Asturiano de la Juventud, y su director, Guillermo Martínez, eran garantes de la presencia de los jóvenes como destinatarios directos o indirectos de cualquier política que saliese de un Consejo de Gobierno, de una Consejería o de cualquier departamento de la administración. Eran garantía de que quien plantease una política de vivienda o educación, por ejemplo, tendría que tener presente a la juventud asturiana.

En definitiva, era un estorbo para sus planes de gobierno. Un incordio a la hora de desmantelar toda la política de juventud. Ahora, vía libre, y de alta velocidad, que de eso el señor Cascos sabe mucho.

Y quién sabe cuál será la siguiente estación que se suprima, el Conseyu de la Mocedá por ejemplo. Pues prepárese para la batalla. Tranquilo, la de las ideas, que es la que nos ocupa, pero no menos dura que ninguna otra.

No se nos olvide que ya se han cargado en Gijón las concejalías de Cooperación y Solidaridad Internacional, o de Memoria Social por ejemplo. Harán lo mismo con la Agencia Asturiana de Cooperación.

Lo realmente sorprendente es que en el nuevo reino es mucho más importante el desmantelamiento de políticas y organismos existentes, o la privatización de empresas y servicios públicos, que el planteamiento de nuevas propuestas y estrategias. Lo dicho: el «contra» a todo.

Asturias es también un gran tesoro patrimonio de los asturianos y gijoneses, que tendrán bajo su antojo temporalmente, pero cuídense de cómo lo tratan.