Maite Cortés Tomás, profesora de Psicología de la Universidad de Valencia, ofreció ayer una conferencia bajo el título «Consumo de alcohol juvenil en atracón: motivos y consecuencias». Cortés, que ha hecho un estudio nacional sobre el «botellón», mantiene que las prohibiciones no ayudan a reducir malos hábitos.
-¿Cómo se debe afrontar el «botellón»?
-El fenómeno es muy complejo, como sucede en todas las conductas adictivas. Hay que intervenir desde varios ámbitos. No hay una solución mágica que nos vaya a servir para siempre. Necesitamos plantear alternativas desde distintos enfoques, es un problema multidisciplinar. El fenómeno del «botellón» se da por igual a todas las edades, aunque sí que es cierto que hay distintas formas de consumo entre los adolescentes. Mientras los hombres beben desde los 14 años al mismo nivel que los universitarios, las mujeres consumen un poco menos. Hay que tener en cuenta que los universitarios han tardado cinco años en llegar a ese nivel, mientras que los adolescentes de hoy en día lo han hecho en dos años. Detectamos un consumo mucho más extremo en la gente joven y eso tiene repercusiones en el daño cerebral. El fenómeno se da en todas las poblaciones de España.
-¿Cómo se inician los jóvenes en el consumo de alcohol?
-Los datos del Plan Nacional Contra las Drogas nos muestran que los jóvenes se inician cada vez a edades más tempranas y con altísimas cantidades de alcohol, lo que produce peores consecuencias. No hay más consumidores, eso es cierto, pero hay más cantidad de alcohol.
-En Gijón no está prohibido beber en la calle. ¿Atajaría esto al fenómeno?
-La falta de regulación es una de las cosas que hay que tener en cuenta, de eso no cabe duda. Es verdad que sabemos que controlar la disponibilidad de la sustancia conlleva un descenso del consumo, pero ésta no puede ser la única vía. Hay muchas ordenanzas municipales y muy diferentes, pero lo que falla es la coordinación. En algunos municipios se ha prohibido el consumo de alcohol en la calle durante una determinada época del año y eso no es positivo porque genera dudas. Tampoco es bueno que en un municipio se prohíba y en el más cercano se permita, porque eso lo que generaría sería un desplazamiento.
-¿Cómo se convence a un joven?
-A un joven se le puede convencer de muchas maneras. Los adolescentes tienen la convicción de que el consumo de alcohol ayuda a mejorar su estado de ánimo y que la bebida les ayuda a mejorar sus habilidades sociales, pero eso no es verdad. El alcohol es un depresor y hay que convencerlos de ello, hablando con los jóvenes de igual a igual, como si fuéramos un amigo que no le juzga, que le va a entender.
-¿Cuál debe ser el papel de los padres?
-Muchos padres no quieren ver el problema y piensan que se lo tienen que solucionar personas que vengan de fuera. Cuando tienes un hijo de entre 14 y 18 años tienes que saber donde está. El relax que muestran algunos diciendo aquello de «son cosas que hemos hecho todos alguna vez» no es normal. Tenemos que concienciar a la sociedad de lo que está pasando y aplicar la disciplina sin ser autoritarios. El alcohol les afecta al rendimiento académico y perjudica también su relación con los demás.