Ayuntamiento, oposición, vecinos, jóvenes, hosteleros y Policía debatieron sobre este problema en un encuentro organizado por EL COMERCIO
Todos lo reconocen. El fenómeno del botellón, y las molestias que conlleva para los vecinos, ha ido en aumento en los últimos meses, especialmente en determinadas localizaciones de la zona centro. Quienes lo sufren en el entorno de la plaza de Romualdo Alvargonzález ya han dado el paso de constituirse en plataforma y preparan una concentración de protesta para el miércoles, pidiendo soluciones. Y es ahí donde el acuerdo no es tan claro. A lo largo de la última semana se ha hablado de «convivencia» como un objetivo común y también de «amplio diálogo» como mejor vía para buscar un acuerdo en el que todos aporten su grano de arena. EL COMERCIO ha querido iniciar este debate conjunto entre los diferentes colectivos y ha organizado para ello un encuentro en el que participaron, entre otros, representantes políticos, vecinales y también del sector hostelero y de los colectivos juveniles. En concreto en la mesa se sentaron la concejala de Juventud, Begoña Fernández; el concejal del PP Gabriel Díaz; el presidente de la Asociación de Vecinos Jovellanos de la zona Centro, José María Suárez; el de la Asociación de Hostelería, Ricardo Álvarez; el del Conseyu de Mocedá de Xixón, Carlos Fernández; y la inspectora Yolanda Suárez, portavoz de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía en Gijón. Los turnos de intervención los abrió la representante del equipo de Gobierno, Begoña Fernández, quien definió el botellón como «un uso social de los jóvenes de hoy» y puntualizó que «lo que está generando una cierta preocupación social son problemas como los ruidos o los comportamientos que generan insalubridad, pero que no se producen más por beber alcohol en la calle que haciéndolo en un local de hostelería». En opinión de la concejala, que consideró «legítima» la preocupación de los vecinos, «estos días se está llamando a todo botellón, pero para hablar con más rigor tendríamos que referirnos en general a la movida nocturna. Porque hay quien bebe en la calle lo que compra en un supermercado, pero también se consumen en lugares públicos bebidas adquiridas en locales de hostelería».
Su aseveración fue respondida por Ricardo Álvarez, quien apuntó que «en los establecimientos de hostelería no se vende bebida para hacer botellón, ni se deja salir a nadie con un vaso de cristal o una copa a la calle». Añadió que «cuando ocurre, pocas veces, automáticamente le llega al local la correspondiente sanción». El presidente de los hosteleros gijoneses consideró que el botellón «sí es un problema, que además va en aumento» y puso como ejemplo de esta expansión del fenómeno el hecho de que «ahora tenemos botellón hasta en la plaza del Ayuntamiento». Ricardo Álvarez señaló que, pese a «la magnífica labor de Emulsa» -ensalzada por los seis contertulios-, los fines de semana a las horas más tempranas «la ciudad queda que da pena verla». El representante del Partido Popular, Gabriel Díaz, remarcó que «no estamos ante un problema nuevo» y consideró «una responsabilidad clara del actual equipo de Gobierno» que no se haya alcanzado una solución. En opinión del concejal, al margen de la futura regulación de este tema a través de una ordenanza -comprometida esta semana tanto por el candidato socialista, Santiago Martínez Argüelles, como por la del PP, Pilar Fernández Pardo- «hay que empezar a hacer cumplir las actuales normativas». Esto permitiría, según apuntó, combatir «los altísimos niveles de suciedad y las molestias que se está generando a los vecinos». Jose María Suárez, de la asociación de vecinos del centro, consideró que «el tema es bastante complejo, y no se puede decir botellón sí o botellón no y se acabó la historia». Explicó cómo «las quejas no sólo por el botellón, sino por todas las movidas de los fines de semana, también por lo que ocurre en ciertos entornos de Poniente o de la Ruta de los Vinos, son las que más se repiten» entre los vecinos de la zona «y el malestar es enorme». Abordó el asunto de la salud tanto con relación a los efectos del alcohol en los jóvenes, como para hablar de las molestias que sufren los afectados por este fenómeno. «Sé historias increíbles de vecinos que han tenido que medicarse para poder dormir». Suárez relató «cómo este problema ha ido teniendo sucesivamente diversas ubicaciones y ahora está en varias partes de la ciudad».
El presidente del Conseyu de Mocedá, por su parte, manifestó su «preocupación» por «las generalizaciones que se hacen a menudo al hablar del botellón» y aseguró que «es un error concebir que todos los jóvenes van a beber como locos y emborracharse a las cinco de la tarde». Carlos Fernández consideró que «en la gran mayoría de los casos son grupos de jóvenes que se reúnen y que algunos de ellos lo hacen para beber alcohol, pero no puede generalizarse». Sí asumió que «en lo que se refiere a los residuos que dejan se debe hacer una apuesta por fomentar y concienciar a los jóvenes de que la ciudad es de todos y que deben de dejar los lugares igual que se los encontraron». No obstante, apuntó que «conflictos y voces también se producen en los bares, o en los campos de fútbol. Y no porque haya peleas en un estadio puedes generalizar y decir que todos los asistentes a un campo son violentos». «No todos hacen botellón» Su testigo lo recogió José María Suárez, que coincidió con Carlos Fernández en que «en Gijón hay muchísima gente joven y no son todos los que están ahí haciendo botellón». Aseguró además que uno de las causas de las que se ha derivado este fenómeno «es que en este país el alcohol ha tenido carta de libertad y a veces los padres somos el peor ejemplo para los hijos». Recordó que «paradójicamente» en Asturias está permitida la venta de alcohol a partir de los 16 años y también aludió a factores económicos, «porque es más barata una copa en un botellón que en un pub, donde pese a la crisis los cubatas no bajan de precio». El representante de los hosteleros le respondió asegurando que «Gijón es una de las ciudades que más baratas tiene las copas» y añadió que «para beber en la calle no hay que hacer inversiones como las que hacemos en los locales, hasta de 100 millones de pesetas, en insonorizaciones, decoración y demás». Ricardo Álvarez destacó que «quienes están haciendo ahora el agosto son las grandes superficies y las tiendas de alimentación». La concejala de Juventud apuntó que, si ahora se ha abierto este debate, «es quizás porque en los últimos meses la movida y el botellón se han desplazado más al centro, y también ha habido un incremento del número de personas que participan en este tipo de ocio». Matizó que «hay jóvenes, pero también los hay menos jóvenes». Con respecto a los primeros, apuntó que «no se les debe estigmatizar», porque los mismos que «a las dos de la mañana pueden estar bebiendo en la calle y un par de horas más tarde en un bar de copas, a lo largo del día participan en actividades deportivas o están estudiando en la Universidad». Consideró necesario desligar el concepto del botellón al de vandalismo, «porque estos problemas no son atribuibles exclusivamente a los jóvenes ni exclusivamente a este tipo de concentraciones». Señaló además, en respuesta al concejal Gabriel Díaz, que «la normativa se cumple, con respeto y de manera prudente».
La portavoz de la Policía Nacional, Yolanda Suárez, explicó cómo en el caso del botellón los agentes actúan «de forma preventiva y también asistencial». Recordó que «beber en la calle no está prohibido, y lo que no podemos hacer es identificaciones de forma indiscriminada». También apuntó que «el botellón no causa más delincuencia ni más peleas» que, por ejemplo, el consumo de alcohol dentro de los locales. En el caso de los menores señaló que, si bien está prohibido venderles alcohol, no tienen prohibido su consumo, por lo que la labor de los agentes si se los encuentran en la vía pública bebiendo es atenderle «si necesita asistencia, o si está en situación de desamparo, o si es víctima de un delito». Apuntó que «muchas veces llamamos porque un niño no está bien y decidimos su ingreso médico y encontramos inconvenientes por parte de sus padres. La responsabilidad de los menores no es nuestra, no tenemos la tutela». Derecho al descanso A la hora de plantear posibles soluciones, el concejal del Partido Popular aseveró que «lo que es evidente es que donde hay vecinos durmiendo no puede haber botellón». En este sentido, se mostró partidario de «delimitar determinados espacios de la ciudad como zonas donde no se podría hacer botellón, ya que en su opinión «el derecho al descanso debe primar por encima del ocio». Este planteamiento fue contestado por el presidente del Conseyu de Mocedá, que señaló que «si los jóvenes no podemos juntarnos donde haya gente durmiendo para no molestar, igual para reunirnos y estar juntos tenemos que ir a los Picos de Europa». Carlos Fernández señaló que «no creemos que ilegalizar el botellón sea la solución», aunque abogó por «concienciar a los jóvenes de los riesgos que tiene el consumo de alcohol y también cuanto a la necesidad de recoger los residuos». En lo que respecta al debate en sí, criticó que «cuando el botellón se hacía en Isabel la Católica, la gente no hablaba de si había o no un problema de salud ni decían como ahora que los jóvenes están todo el día borrachos y delinquiendo». El representante de los vecinos, José María Suárez hizo hincapié en la necesidad de ofrecer a los jóvenes más alternativas de ocio «porque hoy quien realmente lo ameniza es la hostelería». Alabó, al igual que el resto de contertulios, la oferta de Abierto Hasta el Amanecer, aunque la consideró «insuficiente». También abogó por la puesta en marcha de una concejalía de Salud. «Si lo miramos bien, este es un problema de salud cívica». Por su parte Ricardo Álvarez manifestó que «es un problema en el que debemos trabajar todos, pero tiene que haber una regularización y también sanciones, porque cuando nos tocan el bolsillo es cuando tomamos consciencia del problema». En este sentido, apuntó que «igual que el ruido de las terrazas está regulado, debería hacerse lo mismo con esto. Y si a las doce de la noche un hostelero no puede tener la terraza, a lo mejor a partir de esa hora tampoco deberían permitirse estas concentraciones». Begoña Fernández, en respuesta al representante de los hosteleros, preguntó «¿dónde ponemos la línea, en las terrazas, en los que toman una botella de sidra si van de prado...?». La concejala de Juventud aseguró que «esta no es una cuestión que se vaya a resolver con sanciones» y consideró que lo importante de la redacción de una ordenanza como la planteada para el futuro «será el proceso para llegar a ella, que en su elaboración quien tenga algo que decir pueda participar». Concluyó apuntando que «el contexto normativo nos permitirá actuar en los casos más graves, pero no va a ser la solución del problema a medio plazo. Esto se resolverá si se responde con la corresponsabilidad de todos los ciudadanos».