Profesores que no coman bollos

Los ministerios de Trinidad Jiménez y Ángel Gabilondo editan la guía 'Ganar salud en la escuela', dirigida a centros de todo el país Sanidad quiere que los docentes exhiban conductas modélicas en alimentación y actividad física
Da igual si el profesor de Matemáticas o el de Lengua aborrecen los deportes y, mucho más, practicarlos. Tampoco si devoran bollos, hamburguesas o galletas Oreo en la intimidad. En el cole, ante sus alumnos, deben parecer saludables y deportistas. Eso es al menos lo que los ministerios de Sanidad y Educación recomiendan en la guía 'Ganar salud en la escuela' que acaban de editar conjuntamente. Este trabajo, que fue presentado días atrás por los ministros Trinidad Jiménez (Sanidad) y Ángel Gabilondo (Educación), insta a los colegios a promover una enseñanza integral que vaya mucho más allá de sumas, restas, compresión de texto, geografía o idiomas. La mala alimentación, el sedentarismo, la obesidad e, incluso, el estrés, deben ser cuestiones que se aborden en las aulas. La guía va dirigida a centros educativos de todo el país y alumnos de las más diversas edades: desde infantil hasta secundaria.
Para ambos ministerios, no es suficiente que los centros escolares retiren las máquinas expendedoras de bollería o de refrescos, ni que revisen los menús escolares en un intento por poner freno al aumento de la gordura infantil. La Administración quiere que los docentes se impliquen en la educación saludable que deben transmitir a sus pupilos. ¿Cómo? «Promoviendo el desarrollo de conductas modélicas por parte del profesorado en relación a la actividad física y a la alimentación».
Nada de andar comiendo un 'bollicao' delante de los alumnos o de llegar en coche al colegio si se puede hacer caminando. Los docentes deben dar ejemplo, como en años atrás lo hicieron con el tabaco, que desapareció paulatinamente de las aulas y de las salas de profesores mucho antes de que el Ministerio de Sanidad lo prohibiera por ley.
La guía, de 182 páginas, recoge que los colegios deben «promover la adopción de una dieta saludable por parte del alumnado». También incorporar «estilos de vida donde tenga cabida la actividad física, la cual se debe desarrollar de forma cotidiana, ya sea lúdica o pautada».
Guerra al postre lácteo
Una de las propuestas va dirigida directamente a los menús escolares. Sanidad habla de «aumentar la proporción de escolares que consumen al menos cinco raciones diarias de frutas y verduras frescas». Para ello plantea una especie de guerra al postre lácteo, que «sólo debe aparecer» en los platos infantiles «una vez a la semana». El resto de días, fruta de temporada. «Para evitar la monotonía y mejorar la aceptación de la fruta fresca en el menú escolar, ésta no debe ser presentada siempre en forma de piezas enteras, sino que se alternan otras preparaciones (rodajas de naranja con miel o con canela, macedonia de frutas frescas, etcétera)», plantean los autores de la guía.
En Asturias, una investigación realizada por las consejerías de Educación y Salud sobre el tipo alimentos que ingerían los menores en los comedores de sus colegios concluyó que los menús tenían poca frutas, verduras y hortalizas. Por contra, había un exceso carne y arroz. También de pastas y patatas.
Para confeccionar este informe, el Principado se puso en contacto con 171 centros escolares de la región. La investigación, que englobó a un 40% de los alumnos de Primaria y que se llevó a cabo en 2009, determinó que los comedores escolares no presentaban una dieta variada y equilibrada. Sólo uno de los centros que participaron en la encuesta cumplía con todos los requisitos de la estrategia de Nutrición, Actividad Física, prevención de la Obesidad y Salud (NAOS).
La preocupación de las autoridades sanitarias y educativas está ligada principalmente a un dato: el aumento de la obesidad en edades cada vez más tempranas. El fenómeno se extiende por toda la geografía española. En Asturias, el 26% de los niños de 5 y 6 años, es decir, un tercio, presenta sobrepeso. El problema de los kilos de más se extiende también a la adolescencia. Mucho más entre las mujeres, donde el 17% de las asturianas de 15 años tiene peso de más frente al 5,3% de los varones.