Gijón comenzó ayer la programación de la Semana Europea de la Movilidad, en la que se propone el impulso de medios de transporte alternativos. Uno de ellos, los patines, cobra especial relevancia, dadas las buenas infraestructuras urbanas que hay en la ciudad para su uso. Por eso, desde ayer y hasta el próximo miércoles se están impartiendo clases de patinaje por la tarde en el centro municipal del Coto para todos los que se acerquen. El objetivo es «intentar inculcar, ya desde pequeños, un sentido de la responsabilidad y un dominio de los patines para que puedan circular sin ningún tipo de problemas», como explica Rogelio Suárez, encargado de la actividad de patinaje durante la Semana de la Movilidad.
«Gijón está bastante bien para patinar. Tenemos la suerte de tener el paseo del Muro y Poniente para gente aficionada. Y para los que competimos tenemos las instalaciones de Las Mestas y de Moreda, que es lo mejorcito que hay en España», proclama Javier Cortina, que lleva 23 años patinando y ahora es monitor durante esta semana. Pero a pesar de las buenas condiciones de la ciudad, los patines gozan de cierta mala fama entre los viandantes. «Eso es debido a un uso indebido, sobre todo los chavaletes más jóvenes que patinan de forma más alocada», asegura Rogelio Suárez. Algo que Javier Cortina matiza al decir que «hay gente que va patinando sin el suficiente control de los patines y son un peligro, pero también hay gente que va caminando y son un peligro, como pasa con las correas de los perros».
Precisamente, el curso pretende fomentar un buen uso de este medio de transporte. «Enseñamos técnicas básicas de patinar, bajar bordillos, escaleras, circular en un sentido general aprovechando bien los carriles bici o los paseos de la ciudad», explica Suárez. Para ello, diseñan ejercicios sencillos de saltos, agacharse y zigzag. «Lo fundamental es echar el cuerpo hacia delante y flexionar las rodillas, que es la postura base», proclama Cortina, que asegura que «con los patines vas mucho más rápido a los sitios».
Entre los alumnos hay de todo, algunos más experimentados y otros más novatos. «Vine para aprender, para tener equilibrio», asegura Pelayo Fernández, un niño de 8 años que apenas había montado un par de ves en sus patines. Aunque todavía se cae al suelo con frecuencia, es un valiente. «No me da miedo y llevo siempre rodilleras, coderas y casco», explica el joven patinador. Su compañera de clase, Alba Menéndez, tiene dos años menos que él, pero es más experimentada. «Patino una vez a la semana y me encanta», señala la pequeña gijonesa, que no quiere llevar muchas protecciones. Eso sí, el casco siempre hay que ponérselo, como recomiendan los monitores.