JAVIER CARNEADO REGUERA | RESPONSABLE DE JUVENTUD DE LA USO EN ASTURIAS.
La docencia, en estos días más que nunca, se ha convertido en la profesión más vocacional de las existentes. Algunos me tildarán de benefactor de lo que para algunos se contempla como el funcionariado más acomodado en nuestra sociedad, pero, créanme, el acceso a un puesto, siquiera para cubrir interinidades en esta comunidad autónoma, se construye por sinuosos y arduos caminos. Y más ahora, que la afilada arista de la tijera anticrisis ha venido a merodear por estos amplios sectores del mundo laboral. Más alumnos matriculados, más aulas informáticas que convierten en prehistórica la labor del docente anterior a la era informática, más pizarras digitales cuyos arreglos están costando auténticas fortunas y un sinfín de novedades que la era tecnológica reclama en cada uno de los ámbitos sociolaborales. Eso sí, menos o ninguna ayuda para la adquisición de los libros de texto, recorte de enseñanzas (EOI y Bachillerato nocturno), menos desdobles y menos profesores. En concreto, unos mil profesores interinos menos que se irán al limbo pedagógico que la Consejería de Educación acaba de instaurar.
Pero vamos por partes.
Y digo por partes, porque lo que está ocurriendo con la educación en esta comunidad debe ser desgajado y analizado por fragmentos. Cuando todo el territorio nacional se ha apretado el cinturón debido a la caótica realidad económica que nos contempla, en nuestra comunidad se han sacado del sombrero una amplia gama de plazas en apenas cinco especialidades, lo que ha generado una notable competencia de los opositores asturianos con otros de diversas comunidades. Fuga de cerebros asturianos obligada, pero negada siempre desde las altas esferas políticas del Principado.
Segundo, el sistema de concurso-oposición. Caduco, marchito y donde la nota no es más que una minúscula apreciación del resultado final. Da igual afirmar que Burkina Faso está en la sierra de Jaén, que el estómago de los rumiantes son los callos o que Hamelin compuso la flauta mágica. Poco importa ante la importancia de otro tipo de cursos más idóneos para aparecer en la sección de pasatiempos de una revista que para inculcar sabiduría adicional al docente, pero que puntúan de forma excesiva.
De este modo se ha generado una bolsa de interinos en donde, salvos extrañas excepciones, todo docente ha completado su baremo de formación con base en dichos cursos, provocando el agotamiento del sistema y el rebose de la lista.
Todo ello regado con dosis de negligencias informáticas a la hora de realizar las peticiones, abonado con errores habituales en la confección de las listas y con la llegada de un nuevo consejero, que dice desconocer cifras, necesidades y realidades educativas. Notable forma de comenzar su andadura por estas lindes.
Amparar la educación es garantizar el futuro de todos los jóvenes y el progreso económico de nuestra comunidad autónoma. Escatimar en educación es desventajoso y las consecuencias las pagarán nuestras generaciones futuras.
Además, tampoco hay un ahorro económico real, pues los docentes que hasta ahora venían trabajando, y que ahora se han quedado sin empleo, engrosarán las filas del paro y cobrarán con cargo a las arcas del Estado las retribuciones que les corresponden por sus años de cotización.
Sin visos de que esto cambie de rumbo en los próximos meses, se ha inaugurado un nuevo curso con más alumnos y menos profesorado, lo que equivale a una mayor carga lectiva del docente, que no puede sino asegurar una menor atención individualizada y un aumento del fracaso escolar.
Se busca alternativa a un mundo que vive con criterios de empresa. En el ámbito educativo, también.