Veintidós años me avalan como fuerte bebedor, y ahora sé cómo funciona el alcohol. Solo me ha traído problemas de todo tipo. Empecé a los 18 y tengo 39. Escribo estas letras para informar de lo destructivo y letal que es el hábito enólico. Yo no trato de adoptar una postura anti-alcohol en la sociedad, pero sí abogo por un consumo responsable. Los fines de semana salgo por la ciudad a pasear y tomar café o refresco y veo chicos y chicas que se junta en torno a botellas de todo tipo de alcohol, y me recuerdan mis comienzos. A mí me destrozó parte de mi vida.
A veces, hablo con alguno y reconoce que es alcohólico de fin de semana. Hay varios tipos de alcoholismo, no es el alcoholismo intermitente que es el que se practica todos los fines de semana. Si existe un problema de salud relacionado con las adicciones que preocupa sobremanera a los profesionales sanitarios y a las autoridades en general ese es el alcohol.
El alcohol, convertido en nuestros días en el 'auténtico disolvente universal' -lo disuelve todo, al individuo, la familia, el trabajo, la sociedad. y así un largo etcétera-, lleva conviviendo con nosotros los 50.000 años de historia humana conocida y por sus múltiples y ubicuos efectos en la persona se convierte así en el primer enemigo de la salud pública que la Unión Europea, así como otras latitudes, tienen.
Tras la palabra que tiene origen árabe, triste paradoja, ya que en el islam el alcohol está proscrito, se encierra en el momento actual una grave dependencia que, según las cifras más optimistas, colocan a España en un total de más de tres millones de personas incursas en dicha adicción. Eso sin contar con que somos el tercer país de la Unión en consumo de alcohol por habitante y año.
El alcoholismo es un problema de salud pública de primera magnitud. Se trata de una drogodependencia crónica, legalmente aceptada, cuyas consecuencias sanitarias, sociales, laborales, económicas y políticas son enormes.
Desgraciadamente, los recursos asistenciales se muestran tan insuficientes como tardíos y desordenados. La prevención se hace necesaria y prioritaria ante la magnitud del problema.
La educación para la salud y, en último caso, los programas de reducción de daños son algunos de los pilares básicos.
Roberto Morrión Laiz