«La cultura no puede chocar con ninguna legislación»

Carles Freixa
Carles Freixa Profesor de Antropología de la Universidad de Lleida.
Carles Freixa abordó el problema de la convivencia entre los jóvenes y cómo responden a la llegada de inmigrantes a España.
-¿Cómo reaccionan los jóvenes ante los procesos migratorios?
-Tiende a verse como una reacción de rechazo porque sólo se analiza el tema cuando hay problemas, pero esta no es la situación cotidiana. Es verdad que esta migración de última época puede producir una serie de conflictos, pero esto se debe a que no se preparó la recepción de inmigrantes. Esta migración ha sido muy reciente y todavía no hemso tenido tiempo de adaptarnos a ella. Y los jóvenes hacen evidente lo que está latente en los adultos.
-¿En que fase se encuentra España a la hora de adaptarse a esta nueva inmigración?
-Los investigadores hablamos de tres generaciones. La primera es la que emigra y tiene más problemas, porque se integra en el mercado laboral pero no tanto en el cultural. La segunda generación lo tiene más fácil en las cuestiones lingüística y cultural, pero no así en cuestiones laborales y sociales. La clave reside en la tercera generación al ser ya ciudadanos de pleno derecho pero no de primera categoría. Ahora mismo, España está en la fase 1.5, por lo que es normal que existan algunos problemas de convivencia. No obstante, tenemos que prevenirlos para que no surjan otros nuevos dentro de 20 ó 30 años.
-¿España ya ha adoptado una mentalidad inmigrante?
-Hemos olvidado que en el pasado también nosotros hemos sido emigrantes y tuvimos los mismos problemas. La paciencia es la primera consejera. Que España esté en el principio de este proceso puede ser positivo para no caer en los errores de otros países, como Francia, donde se crearon guetos residenciales.
-¿Qué debe hacerse en el caso de que una cultura choque con la legalidad de un país, como en el caso del velo islámico?
-La cultura no puede chocar con ninguna legislación, porque es dinámica y adaptable. A veces se interpreta como algo cultural lo que en realidad deriva del rechazo que produce la inmigración y la consiguiente afirmación de la propia identidad. Por ello no soy partidario de prohibir el velo islámico siempre y cuando no condicione la convivencia.