ROSA LIBERTAD BUENO Hoy vamos a salir a la calle para reivindicar la lucha contra la violencia contra las mujeres. Lejos de ser un día de celebración, conmemoramos la muerte de las todas las mujeres asesinadas a manos de hombres, de sus parejas y ex parejas. No se trata por tanto de un día de celebración, sino de condena, cuyo origen se remonta a 1960 en la República Dominicana, donde las tres hermanas Mirabal, las «mariposas inolvidables», fueron asesinadas por su activismo político.
Desde que Naciones Unidas declarara en 1999 el 25 de noviembre como «Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer», todos los años alzamos nuestra voz de condena con los asesinos, de recuerdo de las víctimas y solidaridad y apoyo con las mujeres que consiguieron sobrevivir al maltrato. Pero no basta. No basta con un día, ni con dos ni con tres; no basta con unas jornadas, ni un Ministerio propagandístico que a la primera de cambio desaparece. No basta. No basta cuando en lo que va de año han sido asesinadas 63 mujeres, 8 más que el año pasado. No basta.
En Xixón han sido dos las asesinadas durante este año, víctimas de la violencia machista a manos de sus parejas. Y en los dos casos el asesino ha encontrado la condena y la repulsa, y la víctima, la solidaridad de los xixoneses. Hace unos días, otra mujer era víctima de otro verdugo, y hoy se recupera en el hospital de un episodio por el que no tendría que haber pasado. Volveremos a condenar y a mostrar nuestro apoyo. Pero necesitamos situarnos por delante de la condena para que ésta no llegue a ser necesaria. IU siempre ha mostrado un firme compromiso en esta lucha, apostando por la educación como eje fundamental para avanzar en valores, para sensibilizar a la sociedad y avanzar en el tratamiento, en la prevención y en la erradicación de cualquier forma de violencia contra las mujeres. El trabajo y las reivindicaciones de tantas organizaciones feministas y de tantas mujeres no pueden ser despreciados en nombre de la crisis, sino que deben ser recogidos en unas políticas de igualdad de género que sean parte nuclear de las estructuras del Estado.
Decía Kofi Annan que «la violencia de género es quizá la más vergonzosa violación de los Derechos Humanos», que «mientras continúe, no podremos afirmar que estemos logrando progresos reales hacia la igualdad, el desarrollo y la paz». Las mujeres, junto con los y las jóvenes y las personas migrantes somos los más castigados y menos protegidos por los estados. Las mujeres jóvenes, con una doble condición para la discriminación, no sólo no podemos mantenernos al margen de esta lucha, sino que debemos situarnos al frente, como protagonistas de la defensa de los derechos conquistados. Debemos incorporarnos a esta lucha, una lucha de tolerancia cero con cualquier tipo de violencia contra las mujeres, una lucha que dice no a los golpes, a los insultos, a las humillaciones y a las discriminaciones. Una lucha solidaria en la que debemos concienciar a la sociedad y exigir a los estados.