Un grupo de `cosplayers` de toda Asturias, en el Jardín Botánico, donde iniciaron ayer su segunda `gran quedada` del año.
Medio centenar de jóvenes disfrazados se pasean por las calles de Gijón representando la cultura japonesa
'Geek', 'Visual kei', 'Gals' y 'Cosplay' fueron alguna de las tribus urbanas japonesas que se vieron ayer por las calles gijonesas. La sociedad MangAstur organizó la concentración de apasionados por el manga con la única idea de «reunirnos y pasar un buen rato». Ese era al menos el punto de partida de la noche, según avanzó Alejandro Delgado Rivero, presidente de la asociación.
¿Carnaval? ¿Una despedida de soltero? Probablemente éstos fueron algunos de los pensamientos que le vineron a la cabeza a más de uno al ver a unos 50 jóvenes disfrazados, algunos adolescentes y la mayoría veinteañeros. La respuesta correcta es 'Cosplay'. Se trata de una afición practicada principalmente por jóvenes fanáticos que consiste en disfrazarse de algún personaje (real o inspirado) de un manga, película, libro, cómic, videojuego e intentar interpretarlo en la medida de lo posible.
Vestimentas de cuero, faldas pomposas, pelucas (rosas, verdes y azules), lentillas de colores, maquillaje al estilo japonés... No descuidan ni el más mínimo detalle. Y en citas como ésta están preparados para interpretar su papel tras horas delante del espejo practicando gestos o imitando voces. «Ensayamos mucho para conseguir imitar la voz del personaje al que representamos», explica Jorge Menéndez, quien encarna a un 'Visual Kei'. ¿Y qué es esto? Sin estar involucrado en este mundillo es imposible saberlo. Se trata de imitar «un movimiento musical japonés, aunque lo que realmente se plagia es la estética del músico», matiza Menéndez.
'Kurositsuji'. Es una serie japonesa cuyo argumento trata de un niño huérfano que espera cumplir la mayoría de edad para cobrar una herencia. Mientras, su mayordomo, que es un demonio, es el encargado de cuidarle. Saúl Martínez, gijonés de 18 años, representa al mayordomo con la siguiente apariencia: pelo largo que le tapa parcialmente la cara, lentillas y corbata roja, camisa blanca tuneada con los picos más estrechos y un chaleco y pantalones de pitillo negro. Según cuenta Martínez, es una serie que vuelve locos a los japoneses . No quiere dar más detalles. «Que la vean», apostilla.
Son muchos los que les paran por la calle y les piden permiso para fotografiarles. «Nos gusta que nos saquen fotos siempre y cuando sean educados y nos traten con respeto», añade Susana, quien forma parte de la tribu gótica.
70 seguidores
El término friki para ellos no es un insulto, a no ser que se lo digan con tono despectivo. «Entre nosotros mismos nos llamamos así. Significa que lo que hacemos va más allá de una simple afición», explica el presidente de MangAstur. Aunque Alfredo Delgado no se disfrace, lleva la cultura japonesa en su interior. «Me dedico a leer todo lo que puedo sobre la tradición y me gusta su filosofía de vida. No se aferran a los objetos, lo que no significa que no les importen. Pero saben darle su justo valor», advierte.
Hace un par de años apenas eran diez personas las que se juntaban en Asturias para dar rienda suelta a esta afición. Ahora rozan ya los setenta. El aumento se produjo a partir del Salón del Manga que se celebró en diciembre de 2008 en Oviedo. Demostraciones de artes marciales, cómo colocar un kimono, torneos de videojuegos, e incluso, enseñar la escritura japonesa son algunas de las actividades que llevan acabo.