Dos expertos juveniles realzan el botellón como «fenómeno cooperativo»

«Los jóvenes son aquello que los adultos hacemos con ellos». Con estas palabras remataba Jaume Funes su exposición sobre «Usos de los tiempos de Ocio». Este psicólogo catalán y el experto en juventud Ximo Cádiz fueron los dos ponentes de la segunda jornada del encuentro de programas de ocio alternativo que la asociación «Abierto hasta el amanecer» celebra en Gijón hasta el próximo domingo.

«El ocio es la parte más importante de la vida de los chicos entre 12 y 18 años: su vida no gira en torno al empleo, porque la mayoría trabaja en verano para conseguir un poco de dinero, y los estudios no ocupan tanto tiempo como para no tener ratos libres. Lo que pasa es que muchos adultos critican su forma de divertirse por envidia de no tener esa edad y porque han olvidado su época», explica Funes. El psicólogo considera que el principal problema de los conflictos juveniles es que son evaluados de manera relativista sin tener en cuenta que en la sociedad confluyen adolescencias diversas. Esa es la razón, según el catalán, de que los choques sean inevitables.

Tanto Funes como Ximo Cádiz coinciden en afirmar que España necesita menos legislación y más mediación con la que gestionar el ocio juvenil y la convivencia con el resto de la sociedad. Para ellos, que una ley sobre juventud sea publicada en el BOE no significa que vaya a funcionar. «Estamos hablando de un país que es el referente en toda Europa en cuanto a la fiesta nocturna. Pero contradictoriamente cada vez se restringe más. En vez de presionar para que no hagan una cosa deberíamos crear opciones de ocio más baratas que aquellas a las que tienen acceso». En cuanto a los sucesos de Pozuelo -donde una noche de movida acabó en una batalla campal entre adolescentes de nivel sociocultural medio-alto y la Policía-, ambos consideran que el botellón viene a ser un «fenómeno cooperativo» con el que los adolescentes tienen que elaborar auténticas estrategias para adquirir la bebida. «Es una de las pocas ocasiones en las que los chicos se ponen de acuerdo: tienen que quedar todos a una hora para ir a comprar o buscar a alguien adulto que le compre las botellas, elegir el lugar en donde van a reunirse... El problema del botellón es que no sólo se junta una pandilla de 20 amigos sino que en un solo espacio confluyen una gran cantidad de grupos. Entre ellos no hay problemas, los afectados son los que viven alrededor», aclaran.

Cádiz y Funes abogan por una mejora en la gestión de los espacios públicos y en el diálogo con los jóvenes. «Ellos no son conflictivos, aunque puede haber excepciones. Pero muchos de estos sucesos ocurren porque demandan más atención por parte de la Administración, que se les tenga en cuenta como una parte activa de la sociedad».