Las anécdotas, con tal cantidad de objetos y situaciones abundan, como la de una vecina que dejó una bolsa con varios pescados y fue a por ellos una semana después o el de un joven que fue a buscar una cartera y denunció que le faltaba una bola de hachís.
Pero los objetos más comunes son carteras, gafas, llaves, teléfonos móviles, aunque también abundan complementos como paraguas o bolsos. Sin embargo, en las estanterías de la oficina de la Policía Local llama la atención artículos como una máquina registradora, una silla de ruedas, un corrector dental, una báscula de baño, una maleta repleta de ropa y en espera de ser recogida destaca una urna de cenizas. Hay objetos que llegan a este departamento y que la Policía Local se ve obligada a destruir. Son productos perecederos o cuya custodia permanente los convierte en insalubre. Los artículos de valor, ya sean joyas o dinero en metálico, tienen un tratamiento especial ya que se custodian en la caja fuerte de la oficina municipal de objetos perdidos. En ocasiones, los ciudadanos que han encontrado algo por la calle, en un centro comercial o en un autobús acuden directamente a la oficina municipal a depositar esta pertenencia. En este caso, los buenos samaritanos pueden pedir un resguardo y si nadie reclama el objeto, éste será suyo transcurridos dos años. En Gijón, ya se han entregado relojes de oro, joyas pequeñas y hasta cantidades de dinero considerables. Sin embargo, en la mayor parte de los casos, los gijoneses prefieren no molestarse tanto y se ahorran el viaje entregando ese artículo a un agente que patrulle por la calle.
EMTUSA también dispone de este servicio para los extravíos en el autobús. Los depósitos, también aumentaron. Si en el 2004 --el primer año en funcionamiento-- se recogieron 502 objetos, el año pasado fueron 887. La mayor parte, un 76%, fueron entregados a sus dueños. Entre los artículos que más se repiten destacan las carteras, tarjetas, móviles, llaves, gafas, paraguas, bañadores y juguetes de playa. Por valor, un abrigo de visón que nadie reclamó y a los dos años fue entregado a su depositario. Entre los objetos inusuales: dos muletas pertenecientes a un mismo usuario y la carpeta de dibujo de un reconocido artista gijonés.