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enero 2008

Telecentros, el club de los ratones muertos

fOTO: Monitora de Telecentro
Funcionaban bien, ganaban premios, tenían un único modelo de gestión y una imagen uniforme de marca, daban trabajo a cerca de un centenar de técnicos y tenían 113.000 usuarios. Eran los telecentros de Asturias, uno al menos en cada municipio. Promovía el Principado, gestionaba una fundación... Buena parte de los telecentros de Asturias están hoy cerrados y su personal en paro. El cambio de modelo y el traspaso de competencias a los ayuntamientos esconden, según los trabajadores, una causa estrictamente laboral: evitar que un puñado de trabajadores se convirtieran en fijos. Gijón, E. G.

Elena Martínez-Marina se puso por primera vez delante de un ordenador en el pasado mes de octubre, con 73 años. Lo hizo en el telecentro Gijón 2, frente a la antigua Escuela de Peritos, en la calle de Manuel Llaneza. «Al principio tenía miedo a coger el ratón. Me ponía a hacer clic un cientu veces. Ahora lo que tengo es mono de ordenador».

Elena es uno de los miles de asturianos de todas las edades que acudían regularmente a las salas de la red de telecentros en Asturias en la que estaban representados todos los concejos. Había sido promovida por el Principado y gestionada en estos últimos años por la Fundación CTIC.


Cerca de un centenar de ellos formaban la plantilla de los telecentros. Ahora esperan acontecimientos, pero la mayoría tiene la sensación de que no volverá. Abocados al paro. Quedan sin embargo quince telecentros en Asturias que siguen conectados, y con el mismo personal (ayuntamientos que han sabido cubrirse la espalda a tiempo), pero son la excepción que confirma la regla de que la burocracia va despacio.

La red de telecentros de Asturias va a cumplir en breve los diez años de vida, cargados de premios. En 2006, sin ir más lejos, el de la mejor red de telecentros de España.

Marco Antonio Limón, José Luis Santos, Nuria Reimunde y Yasmina Suárez son cuatro de esos trabajadores que pasan a las listas del desempleo. «Lo siento, sobre todo, por los usuarios. Hace un mes nos trajeron al telecentro de Gijón trece nuevos ordenadores. Y ahora esto», dice Jasmina Suárez. Marco Antonio Limón trabajaba en el telecentro de Pravia. «Es gratificante ver que partiendo de un conocimiento cero la gente le empieza a coger el gusto, y más que usuario se convierte en amigo».

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José Luis Santos, ex trabajador del telecentro de Salas, tiene claro el porqué del cambio de modelo de gestión: «No hay otra justificación que la estrictamente laboral. Tenían que hacer fija a mucha gente y prefieren no hacerlo. Estoy seguro de que las instalaciones acabarán abriendo al cien por cien por iniciativa municipal». La decisión política de traspasar las competencias a los ayuntamientos es calificada por los trabajadores como «arbitraria».
Yasmina Suárez se marcha dejando una lista de espera de 600 personas para la realización de cursos. Elena Martínez-Marina se pregunta: «Y ahora, ¿adónde vas? A la gente mayor le da apuro ir a una academia donde, por lo general, sólo te encuentras jóvenes. Aquí, en el telecentro, éramos todos del mismo entorno, y estábamos todos al mismo nivel informático».

Un total de 85 telecentros funcionaban en Asturias, con 94 trabajadores y unos 113.000 usuarios registrados, algo más del diez por ciento de la población del Principado. Las actividades de los telecentros iban mucho más allá del usuario habitual. Había cursos para la tercera edad, niños, inmigrandes, usuarios que venían a realizar trabajos o estudios puntuales, y una legión de personas con dudas o petición de auxilio ante averías. Los trabajadores de los telecentros, sobre todo en los concejos pequeños, eran técnicos para todo.

Cada telecentro garantizaba al menos cuatro horas diarias de apertura, pero los había que abrían de nueve y media de la mañana a nueve de la noche. «Había que echar agua hirviendo a algunos usuarios para que lo dejaran», ironiza Yasmina Suárez.

«El proceso no se está llevando bien y todo se dilata. Después, comenzar de nuevo es difícil. Cuesta hacerte con la gente», alerta Nuria Reimunde. Por los telecentros han pasado en estos años asturianos de todas las edades. Yasmina Suárez recuerda a una usuaria de 89 años. «Venía de la residencia mixta de Pumarín. Le costaba, claro, pero era increíble ver cómo lo afrontaba con ilusión».

Los telecentros asturianos tienen mucho que ver en esos primeros pasos de miles de personas en el manejo del correo electrónico, la búsqueda de información o, por qué no decirlo, la descarga de contenidos.

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