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Aclimatación- Sergio Arce-SVE en Hungría

12-2-2015

Hola a todos, os escribo después de mi primera semana en Debrecén. Si bien la llegada me generó un poco de vértigo, una ciudad nueva, un país nuevo, una cultura diferente, las dificultades de comprensión... He de decir que sólo me duro unos pocos minutos del primer día, ya que pensé, voy a estar un año aquí sin la gente que me quiere alrededor y con una multitud de incógnitas. Es algo normal, todo el mundo me había advertido. 

 

Pasado esto, ha sido una semana muy intensa en la que no he parado casi en casa, por eso me ha costado tanto escribir esta entrada en el blog.

Vivo con tres compañeros, Sophie, Vincenzo y Marina, desde el primer momento hemos conectado y creo que va ser importante, porque vamos a convivir un año. Los primeros días hemos conocido la ciudad, el centro de jóvenes y los principales edificios históricos de la ciudad. Hemos hecho un juego en el que teníamos que preguntar en húngaro donde estaba cada edificio histórico, y si bien mi inglés no es muy bueno, mi húngaro debe ser horrible, porque todo el mundo me miraba bastante raro cuando preguntaba. 

La ciudad es de aspecto soviético, como es obvio, pero ha copiado mucho en los últimos años de la cultura norteamericana, con multitud de bares, lugares públicos... con banderas americanas, famosos americanos...

 

El jueves he visitado el instituto donde voy a dar clases de español y he hablado con la profesora sobre los temas a tratar. Es un colegio bilingüe de español-húngaro, y el primer año lo dedican a dar solo clase de español, por lo que la educación de los chicos y chicas que cogen esta opción dura un año más. La educación es un poco diferente que en España. Tienen ocho años de primaria y cuatro de secundaria, cinco los que escogen la opción bilingüe.

Mi primera clase será de presentación, explicaré porque estoy haciendo el voluntariado, hablaré de los principales problemas de los jóvenes en nuestro país y acabare hablando de medioambiente, a nivel local y nacional. Me parece un tema bastante interesante y de actualidad por todos los jóvenes que nos vemos obligados a dejar nuestro país y por la forma que estamos teniendo de acabar con nuestro planeta por culpa de políticas agresivas contra el medio ambiente.

El viernes hemos ido a un pueblo llamado Panyola a celebrar la fiesta de la palinka, bebida típica de aquí, no recomendada para menores, ni para adultos casi, porque tiene unos  50º de alcohol. Allí conocimos a dos voluntarias de nuestra organización que están en otra ciudad y a unos chicos de otra organización con los que pasamos un gran día. Con visita de la policía incluida, por caminar por la carretera en un pueblo por el que no pasaban coches. La policía igual en todos los sitios... Nos pidieron la identificación, y nos dejaron seguir mientras gente del pueblo pasaba al lado de ellos caminando también por la carretera.

 

El domingo tuvimos la fiesta de bienvenida en la organización y realizamos una serie de juegos típicos de Hungría, con la curiosidad de que son igual que los de España, solo que con otros nombres. Por ejemplo el juego de piedra, papel y tijera, aquí lo llaman, Fiona, Shrek y Princesa de los cabellos dorados.

Conocimos a toda la gente que trabaja en la organización y a un chico llamado Csaba, otro voluntario europeo, con el que hemos pasado muy buenos momentos.

 

Ya he practicado deporte, una de mis mayores aficiones, unos cuantos días. Y ya tenemos las actividades del mes, aparte de mi clase en el instituto, trabajaremos en un centro con niños sin padres o con familias desestructuradas, y crearemos actividades deportivas en un centro para jóvenes con discapacidad auditiva. Los miércoles será el día en la oficina y aprenderemos húngaro y tendremos el momento con el mentor.

  

Creo que es un buen proyecto y una buena organización, y estoy contento, aunque este a miles de kilómetros de mi ciudad y de mi gente, ahora toca estar aquí y disfrutar del momento. 

Hasta la próxima.

 

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