Creo que eso es lo que da miedo a todos los voluntarios europeos: el fin.

Las últimas semanas las pasas triste despidiéndote de toda la gente maravillosa que conociste, pensando que es imposible volver, creyendo que tienes que morirte por nostalgia. Pero especialmente durante las últimas semanas vives a tope porque todo el mundo quiere pasar tiempo contigo antes de que marches.

Nosotros tuvimos mucha suerte porque pudimos disfrutar de la Semana Negra y del Metropoli, así que el día de nuestro vuelo llegó volando. Las últimas despedidas fueron las más difíciles: Mi novio nos acompañó al aeropuerto y luego en el aeropuerto de Barcelona tuve que decir adiós a Tomi, mi compañero de los últimos nueve meses.

Cuando llegué a Dortmund mis padres ya me esperaban. El día de mi vuelta fue también el cumpleaños de mi padre y la final del mundial de fútbol- y mi madre logró preparar una sorpresa grandísima: Volvimos del aeropuerto y la calle donde vivo estaba llena de coches. Mi madre invitó a toda la familia y a mis mejores amigos. Me alegré muchísimo, sobre todo porque no nos lo esperábamos ni mi padre ni yo. ;)

 

Y ahora estoy aquí pasando tiempo: Trabajo, me preparo para la universidad, quedo con amigos o con la familia. Me siento un poco rara en este país que es el mío pero, sin embargo, me parece extraño... Muchas de las tradiciones españoles que me extrañaban al principio del SVE las echo de menos ahora en Alemania - poco a poco me acostumbraré de nuevo.

La verdad es que echo de menos la vida en España, en Asturias, en Gijón. Echo de menos la gente, el trabajo y un poco - aunque parece una locura - la lluvia. ¡Así que siento un poco de envidia pensando en los futuros voluntarios! Lo vais a pasar muy bien igual si venís al Conseyu o el Conseyu os envía. Es una experiencia única y me gustaría mucho volver de nuevo como voluntaria.

¡Gracias por todo, Conseyu!